Escartín le saca un cuerpo a Induráin
Los dos mejores de la carrera se disputaron al 'sprint' la Clásica a los Puertos
Los carteles anunciadores de la XIX Edición de la Clásica a los Puertos eran, como de costumbre, bonitos y completos. Pero les faltaba un detalle. Anunciaban la carrera, por supuesto. Y su recorrido de toda la vida. Y su historial. Pero no anunciaban su desarrollo. Y no era complicado hacerlo, más que nada porque estaba cantado. 65 inscritos había, eso es cierto, pero sólo dos posibles ganadores. Y se vio desde el primer momento, desde que Jiménez, un banesto, y Marcos Serrano, un kelme, dinamitaron la prueba. No eran ellos los protagonistas. Eran sus jefes, Induráin y Escartín, el uno o el otro. De eso se trataba. Y de eso se trató.Entre ellos y los demás sólo hubo desierto. No por la distancia, que al final fue de apenas seis segundos. Pero sí por la, forma. Es la de los Puertos una carrera que se resuelve con histórica reiteración en la subida a Navacerrada. Antes hay lucha, claro. Y escapadas, muchas.
Pero todo comienza a decidirse cuando Navacerrada se asoma en el horizonte. Y allí se escapó Escartín. Y allí le siguió Induráin. 50 kilómetros quedaban para la meta. 50 kilómetros de relevos, de miradas, de si convendría buscar la. soledad, de qué pasaría en un hipotético sprint.
Detrás estaba el desespereante desierto. Y tras él, los demás. Estaban los de la ONCE, tirando como posesos. Porque Patrick Jonker parecía un rival capacitado para romper los pronósticos. Pero sólo lo parecía. Abandonó. Los esfuerzos de Leanizbarrutia, Luis Pérez y compañía servían de bien poco. Con ellos viajaban, en un grupo de trece, los kelme y Jiménez, que bastante había hecho coronando en solitario Los Leones. Y que hizo lo imposible por frenar al grupo.
Le frenó. Induráin y Escartín encararon en solitario lo que restaba de carrera. Y lo hicieron con soberana autoridad, quizá sabedores de que detrás habría de todo menos coordinación. La prueba quedó, entonces, donde, debía quedar, en el anunciado mano a mano. Decir que la distancia menguaba sonaba a disparate. Porque lo hacía con la desesperante lentitud que parecían ordenar los dos de delante.
Nada cambió en el penúltimo paso por Serranilla. Ni en el último. Se disputaba una carrera delante, con dos participantes, y una detrás. Que a nadie, más que a la ONCE, interesaba. Se redujo el abismo en cuanto a tiempo, que no en cuanto a posibilidades de vencer, entre ambos grupos. Así que se disputó un lejano sprint entre dos que no son sprinters. Lo ganó Escartín, más en forma, quizá, o más rabioso que su ilustre rival. Porque era la de ayer su primera victoria de una temporada que le ha vuelto a dejar en el escalón inmediatamente inferior al de los mejores.
Clasificación
1. Escartín, 3h 44m 1 s. 2. Induráin, m. t. 3. Muñoz (Keime), a 6s. 4. Serrano (Kelme), m. t. 5. Cerezo (MX-Onda), m. t. 6. Etxebarria (ONCE), m. t. 7. Solaun (Eus kadi), m. t. 8. Jiménez (Banesto), m. t
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