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Kemp, la esperanza de los republicanos

El aspirante a la vicepresidencia de EE UU se convierte en el hombre de moda en la Convención de San Diego

Antonio Caño

La convención de San Diego, aparte de ser excusa para una cadena de ataques contra la personalidad y la política de Bill Clinton, ha servido como escenario de un silencioso -y quizás temporal- relevo en el mando conservador: Newt Gingrich, el hombre que impulsó al Partido Republicano a su histórico triunfo de 1994, pasó la antorcha al candidato a la vicepresidencia, Jack Kemp, el personaje del momento, la figura que mejor recoge el optimismo de la era de Ronald Reagan y el líder en cuyas manos. han puesto los militantes republicanos sus esperanzas de triunfo.Gingrich aceptó humildemente pronunciar su discurso en la noche del martes a una hora en la que las cadenas de televisión ni siquiera habían conectado con San Diego. Evitó toda alusión a la revolución conservadora de la que fue motor hasta hace pocos meses, y ni siquiera mencionó el Contrato con América, el famoso programa que llevó a los republicanos a controlar el Congreso por primera vez en medio siglo. Gingrich, que ha pasado de la gloria a ser uno de los políticos con más baja aceptación popular del país, entendió que lo mejor que puede hacer en estos momentos por su partido es quedarse al margen y dejar que los focos se concentren en Kemp. Este, sentado en el palco de honor junto a Elizabeth Dole, la esposa del candidato presidencial, disfrutó de su posición de mando con ostensible satisfacción. Su popularidad se aprecia en cada fila de delegados.

"Con Kemp, tenemos el dream team", declaró una delegada de Oklahoma. Sin importar su origen social, ideológico o geográfico, todos confían en que será el hombre que acudirá en rescate de Dole, lo levantará en las encuestas y lo llevará hasta la Casa Blanca. Los ricos creen a Kemp porque representa la esencia de la política antiimpuestos y crecimiento que dominó los años dorados de Reagan. Los pobres creen a Kemp por su pasado de activismo social en los barrios humildes. Los negros creen en él porque defiende los programas de discriminación positiva. Los latinos, porque se opuso a la propuesta para privar de servicios sociales a los inmigrantes ilegales. Los ultras religiosos le apoyan porque está contra el aborto. Los californianos, porque nació en Los Angeles. Y los neoyorquinos, porque jugó al fútbol americano profesional en su Estado.

Kemp trata de responder con energía a todas esas expectativas. "Este es un mensaje para el Partido Demócrata: voy a estar en todos los lugares, desde el Bronx a Los Ángeles, en las sinagogas, en las iglesias negras, en los barrios hispanos, en los guetos, en lugares en los que muy pocos republicanos han estado", asegura el candidato a la vicepresidencia, en una entrevista publicada.ayer por The. Washington Post.

Con 61 años cumplidos, Kemp ha hecho fama y dinero -35.000 dólares (4,3 millones de pesetas) por discurso- como político gracias a su oratoria franca y directa. "Nunca he renegado de mis ideas", afirma. Pero su inclusión en la candidatura republicana de 1996 le ha obligado, sin embargo, a hacer algunos ajustes en sus principios.

En otra entrevista publicada ayer por Los Angeles Times, Kemp afirma ahora, que la propuesta para excluir a los inmigrantes ilegales de las escuelas y hospitales públicas (la llamada Proposición 187) "puede ser factible sin convertir a Estados Unidos en un estado policial".

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También ha reconsiderado su posicion sobre la discriminación positiva. "Ahora estoy convencido de que con Dole podemos hacer algo mejor que crear ventajas basadas en las diferencias raciales", declara el candidato a la vicepresidencia. Para Kemp, como para los demás participantes en esta convención, el objetivo, por el momento, es batir a Clinton, no defender sus. ideas. Eso fue evidente en la sesión del martes, en la que, uno tras otro, todos los oradores retrataron al presidente como un mentiroso, un vi llano sin escrúpulos que ha llena do la Casa Blanca de izquierdistas e indeseables. "Un violador de promesas , un socialista de la asistencia médica, un manipulador del FBI, un destructor de valores inmorales", dijo, entre otras cosas, la senadora de Tejas Kay Bailey Hutchison.

Este discurso se va a parecer mucho a una promesa de Clinton: "No va a durar mucho y va a sonar muy republicano", manifestó Susan Molinari, congresista de Nueva York, quien hizo una apasionada defensa del papel de la familia, y contribuyó a darle a esta Convención la cara moderada que necesita el partido para borrar su imagen ultra.

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