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Siete rusos permanecen cautivos en Afganistán desde ace un año

Pilar Bonet

Todos los esfuerzos de la diplomacia rusa y el apoyo de EE UU y de organizaciones islámicas han sido vanos hasta ahora para liberar a los siete tripulantes de un avión ruso que acaban de cumplir un año de cautiverio desde que fueron obligados a aterrizar en Afganistán por miembros de la guerrilla integrista Talibán.Los cautivos, que han reprochado a las autoridades rusas su falta de eficacia para liberarles, formaban la tripulación de un avión II-76 que el 3 de agosto de 1995 realizaba un vuelo comercial desde Tirana (Albania) a Kabul (Afganistán) con un cargamento de armas y municiones para las tropas del presidente afgano Burhanudin Rabani. Un helicóptero Mig-19 de los talibanes, que reciben apoyo logístico de Pakistán, obligó al avión, perteneciente a una compañía aérea con base en Kazán (la capital de la república rusa de Tatarstán), a aterrizar en la ciudad de Kandahar, confiscó la carga y apresó a la tripulación.

Desde entonces, numerosas delegaciones de diplomáticos, intermediarios de diversa índole y periodistas han visitado a los pilotos retenidos por los islamistas. Éstos han formulado diversas condiciones para soltar a sus rehenes, entre ellas la liberación de 6.000 afganos supuestamente internados en territorio de la ex URSS durante la participación de Moscú en la guerra de Afganistán (1979-1988). Las autoridades rusas aseguran que, tras haber comprobado los miles de nombres suministrados por los representantes talibanes, no han podido encontrar en su territorio a afganos prisioneros o forzados a trasladarse a la URSS.

A instancias de los islamistas, en diciembre pasado Rusia se comprometió formalmente a no intervenir en los asuntos internos de Afganistán. Tanto la petición del Consejo de Seguridad de la ONU, que el pasado febrero exigió la liberación incondicional de los pilotos, como la del presidente de EE UU, Bill Clinton, en abril, han resultado inútiles, y los pilotos han perdido ya las esperanzas de regresar rápidamente a sus hogares.

Mensajes de las familias

Los pilotos viven en la antigua residencia del gobernador de Kandahar y gozan de un cautiverio relativamente benévolo. Reciben mensajes de sus familias y la companía aérea propietaria del avión los abastece con alimentos. Aleksandr Mishchenko, presidente del comité formado para liberar a los prisioneros, se ha dirigido al nuevo secretario del Consejo de Seguridad ruso, general Alexandr Lébed, para que medie en la liberación de los pilotos. Tanto Lébed como el ministro de Defensa, Igor Rodiónov, pertenecen a la generación de los afganos, los militares rusos que hicieron carrera durante la guerra en Afganistán.Tras la retirada de las tropas soviéticas, Rusia dio la espalda a aquel país, pero al menos 60.000 afganos, entre ellos altos cargos del régimen prosoviético de Kabul, viven hoy en territorio ruso.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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