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Tribuna:EL DEFENSOR DEL LECTOR
Tribuna
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La dificultad de los titulares

Juan Arias

Las mayores dificultades para un periodista suelen ser la entradilla del artículo y el título. Y a la dificultad de acertar con un título que sea a la vez objetivo y atractivo hay que añadir hoy la esclavitud de las nuevas tecnologías gráficas.Los lectores de periódicos suelen desconocer con frecuencia -a no ser que sean expertos en el procesamiento de textos- la dificultad de hacer cuadrar un título cuando está dibujada la página y decidido el tipo de letra que hay que emplear en aquel determinado título, sobre todo en primera página.

Ello lleva a algunos lectores a interpretar ciertas deficiencias en los titulares de este diario, derivadas de motivos exclusivamente técnicos, como falta de rigor o manipulación de la información. Y desde su punto de vista puede resultar, razonable. Por ello, en éste como en otros temas del periódico, he intentado ya en otras ocasiones abrir un diálogo entre los lectores y la Redacción para que -sin que ello signifique justificar nuestros errores cuando los cometemos- puedan entender mejor cómo funciona un periódico por dentro.

En cuanto a las quejas sobre los títulos, se trata de uno de los temas recurrentes en las cartas y llamadas de los lectores. Lo que ocurre es que para el lector es fácil, ante un título ambiguo o incompleto, achacarlo a un intento de manipulación de la información. Las dos últimas quejas que he recibido al respecto son emblemáticas de la dificultad que a veces acarrean los titulares. Jesús Rodríguez Acedo critica el título aparecido el 25 de julio pasado, en una columna en la sección de Economía que rezaba así: El PSOE cobró ilegalmente IRPF a pensionistas, según el PP, mientras que en el texto se decía: "El Partido Popular (PP) ha acusado al Gobierno socialista de haber cobrado desde enero de 1994 ilegalmente impuestos a los pensionistas en situación de incapacidad permanente...".

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El lector escribe: "Estimo que el titular no es acertado, porque ningún partido político puede cobrar impuestos; se lee, sin embargo, en la columna que desarrolla el titular la mención al Gobierno socialista, que sería lo correcto. Y en estos casos, como en otros muchos, los lectores no sabemos si el periódico tiene o no intención de manipular la noticia". Y pide que se le aclare su duda para "borrar mis malos pensamientos sobre EL PAÍS".

También, Rafael Martínez, desde Melilla, plantea un tema parecido. EL PAÍS titulaba en primera, a cuatro columnas, El Gobierno congela los salarios de altos cargos, funcionarios Y empresas públicas. Con este titular, afirma el lector "la congelación salarial de 2.000.000 de funcionarios aparece disfrazada y diluida al presentarla como congelación de salarios de 'altos cargos', funcionarios y empresas públicas', pero mayor fue mi sorpresa cuando leo en la página 51 que la congelación afecta a "funcionarios, altos cargos y todas las empresas públicas". Y añade: "Es evidente que el cambio de orden no ha sido casual". Y saca la conclusión de que "algún duende de las linotipias, sin duda mejor conocedor del Libro de estilo o con algo más de sentido ético, intenta enmendar el entuerto cambiando el orden del titular en las páginas de Economía. En este caso, el orden de factores sí altera el producto".

Y es verdad que el lector tiene todo el derecho a hacer esa lectura. Porque de no haber mediado un problema puramente técnico, de confección, como ha explicado al Defensor del Lector el subdirector de información, Félix Monteira, es evidente que el título de primera hubiese estado en línea con el que abría dicha información en la sección de Economía, poniendo el acento sobre los funcionarios, que son los más afectados. Más aún, así se intentó hacer, llegando a barajar diversas posibilidades, pero resultó técnicamente imposible. "No cabía", explica Monteira, "y la solución hubiese sido rebajar el tamaño de las letras del título, cosa que habría disminuido la importancia de la noticia". No hubo, pues, dos manos distintas que confeccionaran el título de primera y el de Economía. Y por tanto, tampoco ningún "duende de las linotipias", ni dos tipos de ética.

Lo mismo se puede decir del título aludido por el lector de Madrid El PSOE cobró ilegalmente IRPF a pensionistas, según el PP. La noticia iba sólo a una columna, y poner "el Gobierno socialista" hubiese alargado el título. De hecho, como bien subraya el lector, ya en el primer párrafo se aclara que no se ha tratado del PSOE, sino del "Gobierno socialista".

En otras ocasiones ha aparecido también en título "El PP" para referirse al Gobierno de Aznar. Y a veces escribimos en título "Clinton", en vez de "la, Administración de Estados Unidos", o "el Vaticano", en vez de "la Congregación para la Doctrina de la Fe". Se trata de una especie de licencia periodística que, resuelve en muchos casos la esclavitud del espacio del que se dispone para titular. Sin duda que lo ideal y lo correcto sería conseguir cada vez que el, título responda lo más objetivamente a la noticia que se desarrolla en la información. Y el lector tiene todo el derecho a exigirlo. Pero no siempre resulta fácil ni posible

El severo 'Libro de estilo'

Para que nuestros lectores puedan comprender mejor las dificultades que un redactor o el mismo director de este diario tienen a la hora de poner un título -que en ocasiones hay que resolverlo en pocos segundos por que el cierre no espera, so pena de que toda una edición no llegue a tiempo a su destino-, voy a recordar la severidad de nuestro Libro de estilo en lo referente a los titulares.Le dedica un capítulo entero con 54 párrafos. Afirma que los titulares "constituyen el primer elemento de una información", que sirven "para centrar la atención del lector e imponerle de su contenido". Que han de ser "inequívocos, concretos, asequibles para todo tipo de lectores y ajenos a cualquier clase de sensacionalismo". Y además, que deberán ser "escuetos", aunque añade "sin sacrificar la claridad expositiva a su brevedad", como tampoco se deberán "eludir las normas elementales de la sintaxis castellana".

Pero hay aún más: "No se pueden suprimir los artículos o adjetivos que imponga la lógica del lenguaje, ni escribir títulos, como Científicos preparan una vacuna contra el sida. Y todo esto vale incluso para las noticias breves.

¿Suficiente? No. Porque se añade: "En el titular jamás deberán establecerse conclusiones que no figuren en el texto" y los titulares y la entrada "deben satisfacer la curiosidad primera del lector, que ha de quedar enterado de lo que ocurre sin necesidad de acudir al resto de la. información".

Y si era poco, añade que, como norma general, el título "no debe exceder de 13 palabras", y en dichas palabras "debe contener lo más importante de la noticia". A todo ello hay que añadir las normas gramaticales para redactar los títulos, cuyos verbos "se deben escribir preferentemente en el tiempo presente", prefiriéndose "la afirmación a la negación" y evitando la palabra no, ya que normalmente "es noticia lo que ocurre, y con menos frecuencia lo que no ocurre". Al mismo tiempo, "se prohibe terminantemente el uso de expresiones en el titular como 'podría', 'no se descarta', 'al parecer', 'posible', 'probable' y otras similares.

Por último: "La calidad del titular da la medida de la calidad de la noticia. Una buena información es la que se resuelve con un título corto...". En un buen reportaje, un buen título no supera las "seis palabras", y si es posible debería contener "elementos de humor".

Una joven aspirante a periodista, leyendo este capítulo de nuestro Libro de estilo sobre cómo redactar un titular, me confesó: "Si un día trabajo en su diario, me va a temblar la mano antes de decidir un titular". Aunque en la práctica cotidiana, como en todos los oficios, las cosas resultan menos dramáticas. Si acaso, tenemos a veces la tentación de olvidamos de que, sin llegar a la perfección de lo que se exige para un buen titular, es nuestra obligación no olvidar nunca por lo menos las primeras palabras del capítulo ya citado: "Los titulares constituyen el principal elemento de una información". Así nuestros lectores tendrían menos motivos de queja.

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