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Del oro al vacío

El equipo español de hockey femenino despide en soledad su triste participación en los Juegos

Àngels Piñol

Del cielo al infierno, de la gloria al suplicio, del todo a la nada. El equipo español de hockey femenino, oro en Barcelona, sufrió el martes por la noche la soledad del perdedor tras cerrar su participación olímpica con una derrota ante Estados Unidos. El COE, bajo la presidencia de Carlos Ferrer Salat, organizó una cena en el mismo hotel donde sólo 48 horas antes el equipo de waterpolo había festejado el oro. No hubo esta vez ni presencia de la Casa Real, ni se sirvió jamón -tan deseado en Atlanta desde su prohibición-, ni se agolparon los focos. Considerado antes del inicio de los Juegos como máximo candidato al podio, el equipo no ha podido ganar ni un solo partido y ha acabado en la última posición de las ocho selecciones nacionales que actuaban en la liguilla previa a las rondas finales. Posiblemente, ha sido una de las decepciones más grandes de Atlanta.José Manuel Brasa, el seleccionador, aupado a la gloria en Barcelona, no oculta que siente una "tristeza grandísima". "Las chicas tenían una ilusión enorme por revalidar el oro". Brasa sigue repasando los fallos cometidos y apunta que lo único que cambiaría de estos Juegos es el haber tenido que debutar ante Australia, una auténtica máquina de hacer hockey, que les endosó 4-0. No pudo el equipo después con Alemania y luego se deslizó por un tobogán sin fin. "Hemos intentado levantar el ánimo de las jugadoras pero no ha habido forma... Creo que nos falta una delantera con instinto asesino, los términos que ha empleado Ferrer Salat y con quien coincido", analizó Brasa visiblemente afectado. España, a diferencia de lo que le ocurrió en Barcelona, no ha tenido a favor el factor sorpresa ni el calor del público. Brasa no quiere oir hablar de la mala suerte: "Todo ocurre siempre por más cosas".

Les quedan ahora cinco días antes de regresar a casa. "¿Que qué haremos? Pues animar a los chicos (ayer miércoles jugaban las semifinales) !Para qué vamos a salir de la Villa! ¿Para que pongan una bomba?". Mar Feito, de 20 años, una de las más jóvenes, refleja el estado moral del grupo. La renovación parece haber mermado carácter al equipo: Mariví González, convocada sólo dos meses antes de Atlanta, realizó paradas milagrosas en Barcelona. Tras disputar los dos primeros partidos, lamentó no haber sido decisiva. Sin ir más lejos, Natalia Dorado, de 29 años, la capitana, también campeona olímpica, entonaba ayer un mea culpa en uno de los goles encajados ante Estados Unidos.

"La conciencia está tranquila. Tenemos que ir con la cabeza bien alta porque sólo ocho equipos del mundo están aquí", argumenta Natalia. Nada de quedarse encerradas en la Villa. "Podemos ir a ver pruebas de atletismo y estar en la clausura ya que no vivimos la inauguración. Estar en unos Juegos, lo que permite mezclar razas y culturas, es lo más grande. Hoy me he encontrado en el tren de la villa con un boxeador cubano que tampoco había ganado un solo combate. Nos hemos dado ánimos". De la gloria a morder el polvo. La pared de su pasillo no tenía ni un fax de ánimo como les ocurría a otros deportistas. "Me da lo mismo", afirma Natalia. "Quien me quiere lo va a hacer igual con medalla o sin".

El futuro se presenta incierto. Pablo Galán, presidente de la Federación, es un firme partidario del régimen de concentración permanente de las jugadoras en la Residencia Blume. El objetivo es reclutar a jóvenes de fuera de Madrid en un deporte que, en mujeres, en España es extremadamente minoritario. Los chicos siguen un plan más próximo al de aficionados y quedarán entre los cuatro primeros. El Consejo Superior de Deportes apoya el régimen de concentración, pero las elecciones a la presidencia en la Federación son después de los Juegos y podrían llevarlo al traste.

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