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La ola de disturbios que causó 4 muertos sacude la estabilidad de Indonesia

Al menos cuatro muertos y perdidas materiales multimillonarias es el saldo provisional de la ola de disturbios que afecta a Indonesia desde el pasado sábado. Numerosos comercios amanecieron ayer cerrados ante los rumores de nuevas protestas, mientras el día anterior fueron desalojadas diversas oficinas ante las amenazas de bomba. Pero la consecuencia más grave es, sin duda, la merma de confianza popular en el presidente Suharto, que gobierna con mano firme el cuarto país más poblado del mundo desde hace tres décadas.

Con un envejecido líder dispuesto a mantener su monopolio de poder, con una oposición que ya no se conforma con respaldar la política gubernamental y ahora los disturbios que apuntan a un creciente descontento, Indonesia parece entrar en un período de! incertidumbre a medida que el, país se prepara para las elecciones parlamentarias de 1997.Las tres décadas de estancamiento político, durante las cuales Suharto, de 75 años, ha implantado una estabilidad política mediante un control de todos los aspectos del poder, incluso sobre los tres partidos políticos oficialmente reconocidos, parece llegar a su fin.

"En cierto modo, el Gobierno ha perdido el control. Todavía domina en cuanto a monopolio de los instrumentos de poder, pero ya no tiene el prestigio, ni la autoridad para defenderlos", señala un diplomático occidental.

Aunque Suharto no haya dado ningún indicio sobre su intención de presentarse para otro mandato de cinco años en 1998, el problema del relevo se ha convertido en el principal tema de preocupación en este país.

No existe ningún mecanismo fiable de relevo, y nadie sabe lo que puede pasar cuando Suharto deje el poder. Cuando fue a Alemania para un examen médico a principios de julio, la Bolsa experimentó unas pérdidas dramáticas, a pesar del diagnóstico clínico de que la salud del veterano presidente era normal para un hombre de su edad.

El único cambio en el liderazgo que ha vivido el país sucedió en 1966, cuando Suharto tomó el poder de Sukarno, el fundador de la nación, tras un período de Violencia que se llevó medio millón de vidas. Desde que fue elegido presidente en 1968, Suharto ha sido el único candidato de los tres partidos políticos. Además, el partido gobernante, Golkar, es el único que puede hacer campaña en las zonas rurales, donde vive la mayoría de los 190 millones de habitantes.

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Y Suharto ha dado al pueblo buenas razones para votarle: utilizar las reservas de petróleo y gas para financiar el crecimiento industrial y sacar al país del caos y la hambruna hacia una incipiente prosperidad. Escuelas, clínicas y electricidad son cada vez más parte de la vida de los habitantes remotos de este archipiélago de miles de islas.Pero un abismo creciente entre los muy ricos y los muy Pobres, un alto índice de desempleo, superpoblación y urbanismo caótico han sembrado las semillas del descontento sobre un terreno preparado durante años para suprimir toda protesta.

La inmovilidad política ha sido amenazada ahora por la aparición de Megawati Sukarnoputri, de 49 años. La hija de Sukarno se metió de pleno en la política tras ser elegida para encabezar el Partido Democrático Indonesio (PDI) en 1993.

Los últimos intentos del, Gobierno por neutralizarla -en junio pasado apoyó un congreso de los rebeldes del PDI para elegir un nuevo líder- sólo han servido para hacerla más notoria. La evacuación forzosa de sus defensores de la sede del PDI y la entrega, el pasado sábado, del edificio a los rebeldes está en el origen de los actuales disturbios, que ya cuentan con cuatro muertos y un centenar de heridos.

De momento, hay poco espacio para compromisos. El país está cambiando -20 millones de personas tendrán derecho a voto por primera vez, el año que viene- y Suharto no da muestras de relajar las reglas del juego político. "Podernos aprovechar esta situación para organizarnos para desarrollar el poder del»pueblo", dijo Bambang Widjojanto, quien encabeza la Fundación de Ayuda Legal Indonesia, un grupo independiente de derechos humanos. En el último año, ha habido huelgas y disturbios violentos en las regiones periféricas de Irian Jaya y Sulawesi.

"Las fuerzas del cambio todavía no son bastante fuertes como para traer consigo un nuevo liderazgo", añade el diplomático occidental, "pero tienen la suficiente fuerza como para ser un gran reto para el Gobierno".

Disparar de inmediato

El general Sutyoso, comandante militar de Yakarta, ordenó ayer a sus soldados disparar inmediatamente "contra todos aquellos que intenten comprometer la seguridad". "Nuestra paciencia tiene un límite" añadió en declaraciones recogidas por la agencia de noticias nacional, Antara. Efectivos del Ejército acompañaron ayer a la policía al norte de la Yakarta tras rumores infundados de protestas de la oposición.En la capital de Indonesia reina una calma tensa. Los comercios cierran pronto y las empresas mandan a sus trabajadores a casa antes del fin de la jornada. Muchos niños no van a la escuela. Sutyoso no tiene intención de implantar el toque de queda.

El Ejército también tiene orden de buscar a miembros del izquierdista Partido Democrático Popular que han pasado a la clandestinidad. Se les acusa de haber instigado la insurrección en Yakarta del pasado fin de semana.

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