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Camerún retuvo una semana el avión español que repatriaba a inmigrantes

El avión de la Fuerza Aérea española que trasladó a tres decenas de expulsados africanos a Douala (Camerún) estuvo retenido casi una semana en ese aeropuerto y, finalmente, despegó con todavía 20 inmigrantes a bordo. Esta versión, facilitada ayer a EL PAÍS por fuentes policiales del aeródromo de esa ciudad, contradice los datos que facilitó el secretario de Estado de Seguridad, Ricardo Martí Fluxá, sobre la parte camerunesa de la operación de repatriación, a finales de junio, de 103 africanos que entraron ilegalmente en Melilla.

Un aparato Hercules C 130 de la Fuerza Aérea aterrizó el 22 de junio en la capital económica de Camerún. A bordo viajaban, según fuentes policiales camerunesas, 31 deportados, todos ellos esposados y con los ojos vendados. Les acompañaban 21 policías y 8 militares que, en su mayoría, formaban parte de la tripulación del avión.Los españoles pretendieron desembarcar a los expulsados y emprender inmediatamente vuelo de regreso. Las autoridades camerunesas impidieron el despegue del avión. A partir de entonces se desarrolló un tira y afloja entre españoles y cameruneses que duró una semana, hasta el 28 de junio.

La policía de Douala aparcó primero a los inmigrantes en un hangar del aeropuerto dónde fueron alimentados por sus acompañantes españoles. Los interrogó para intentar determinar, en función de su acento y sus conocimientos del país, si eran o no de Camerún. Todos ellos habían destruido su documentación y se negaban a revelar su nacionalidad. Al cabo de un tiempo estableció que 11 eran cameruneses y los demás procedían de Senegal, Gambia, y Liberia.

Intentó entonces que reemprendiesen viaje en el mismo avión que les había traído, a lo que los españoles se negaron, aunque acabaron cediendo. Cuando despegaron de Douala no entregaron plan de vuelo. El diario El Mundo recogía el miércoles el testimonio de un inmigrante según el cual su avión voló de Douala a Dakar y después a Bissau.

Esta versión policial camerunesa desmiente al secretario de Estado de Seguridad, que hace un mes reconoció públicamente que en Camerún se había producido algún problema por el incumplimiento, por parte del Gobierno de Yaundé, de un acuerdo verbal alcanzado con su Embajada en Madrid. Martí Fluxá aseguró, sin embargo, que se solventó satisfactoriamente el 27 de junio.

También ponen en entredicho esta versión los datos fragmentarios facilitados posteriormente por fuentes de Exteriores e Interior que habían señalado que en Douala desembarcaron a más de 30 emigrantes y que todos fueron, al cabo de cuatro días, admitidos por Camerún a pesar de que 10 no eran de ese país.

El ministro español de Asuntos Exteriores, Abel Matutes, rehusó contestar ayer a una pregunta sobre posibles fallos de coordinación entre su departamento y el de Interior con motivo de la organización de la operación de deportación. Sí hizo, en cambio, una especie de llamamiento para que cese la polémica y los españoles unan filas en torno a una cuestión que calificó de Estado: la lucha contra la inmigración Ilegal.

Tras expresar su "confianza y solidaridad" con el ministro de Interior, Matutes pidió: "No hagamos un tema de debate político de una cuestión tan grave y que lo va a ser mucho más en el futuro". Según él, "es un tema de Estado que requiere un tratamiento riguroso" por parte de las fuerzas políticas y de los medios de comunicación.

Si la polémica acaba abriendo a estos inmigrantes una vía de entrada en España, añadió el jefe de la diplomacia española, "el problema no será un centenar de ilegales, sino de varios miles cada mes". Cómo hacer frente a este fenómeno en pleno auge "será uno de los temas centrales de debate político en los próximos años", dijo.

Algunos diplomáticos que han seguido de cerca la operación consideran que ésta se hizo con cierta precipitación. No se intercambiaron, por ejemplo, notas escritas con las embajadas en Madrid o las capitales africanas adonde iban a ser repatriados. Sólo se alcanzaron acuerdos verbales que después no respetaron.

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