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El magnífico canalla

Las elecciones americanas (...) son una ocasión para la manifestación del sucedáneo verbal de la violencia; la exageración desenfrenada. Pero describir las elecciones presidenciales de 1996 como las elecciones más importante de la historia de EE UU no es tan exagerado como parece a primera vista. Los norteamericanos (...) no han votado nunca a un presidente que pudiera ser definido como simpático canalla. Si lo votan, querrá decir que de la cultura política americana han desaparecido los últimos residuos de calvinismo. Los norteamericanos han pretendido siempre de sus presidentes que se adecuaran, por lo menos exteriormente, a los modelos convencionales de moralidad personal. (...) Y han apreciado siempre en sus presidentes las demostraciones de fuerza de carácter, al sospechar que en una situación de crisis ésta fuera una virtud indispensable. Según los sondeos, este aspecto fundamental de la cultura política ha cambiado. Bill Clinton es sin duda alguna un simpático canalla. Es una persona que no se comportaría nunca de forma brutal o criminal, pero no se puede decir que se ajuste del todo a un código moral. (...) Clinton es un presidente eficaz y un formidable propagandista de sí mismo. (...) Su reelección (...) significaría que la cultura política norteamericana se está acercando a un modelo suramericano menos severo, lejano de la hipocresía, rigidez y códigos morales del calvinismo.

, 11 de julio

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