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Entrevista:

"Prefiero la unidad en los partidos a cumplimiento íntegro de penas"

Jaime Mayor Oreja cumplió 45 años el viernes pasado. Los eficaces servicios del Ministerio del Interior le obsequiaron, a su regreso del Consejo de Ministros, una tarta con sólo dos velas. Volcado desde hace 20 años en la política vasca, con algún breve paréntesis porque no veía claro el espacio de centro, su proverbial moderación y mesura y sus buenas relaciones con el PNV le han permitido ser el hombre que cerró primero el pacto de investidura con el partido de Xabier Arzalluz y el que pilota ahora con la mayor naturalidad un cambio radical de, tono del Partido Popular en la política antiterrorista.Pregunta. Hay sectores que interpretan su política al frente del Ministerio del Interior como un giro de 180 grados, un viraje radical respecto a lo que el Partido Popular defendía desde la oposición, sobre todo en los dos últimos años. Han pasado de la extrema dureza a hacer suyo el ofrecimiento de diálogo del Pacto de Ajuria Enea.

Respuesta. No tengo la sensación de haber traicionado nunca ninguno de los principios básicos en la política de unidad y consenso frente al terrorismo. Nunca creo haberlos vulnerado. Sí es verdad que existe una tendencia irrefrenable a poner acentos distintos según el papel que a cada uno le corresponde en cada momento. Desde la oposición se tiende a marcar las diferencias y desde el Gobierno a buscar y reforzar la unidad.

P. Pero hubo un deterioro real de la unidad provocada por algunas actitudes del PP desde la oposición.

R. Quizá en la línea que apuntaba antes de los diferentes acentos. Pero es una historia del pasado que no merece la pena profundizar. Unos pensarán ahora que la oposición exageró las diferencias y otros que desde el Gobierno no se confió lo suficiente en la oposición como para poder exigirle más colaboración. Creo que el debate no debe ir más allá. Estoy convencido de que la paz, el final de ETA, será el resultado, entre otras cosas, de un ambiente social y político y lo que debo hacer ahora es buscar la fortaleza del acuerdo entre los partidos y en la sociedad.

P. ¿No pudo evitarse un debate bastante desquiciado como el que lanzó el PP en el verano de 1994 contra la reinserción?

R. Tuvimos entonces la sensación de que con la reinserción de presos de ETA se estaba intentado tapar otras cosas...

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P. ¿La concesión del tercer grado a Amedo y Domínguez, el intento de que no estallara de nuevo el caso GAL?

R. No quiero insistir en aquella polémica. Pero nunca, jamás he defendido que haya que poner fin a la reinserción. Hemos defendido la necesidad de aplicar la reinserción de forma individualizada. Pero, repito, insistir ahora en quién fue más culpable de diferencias anteriores no tiene mucho sentido.

P. De todas formas, ustedes, desde el Gobierno, han vuelto a algo que ya ensayó el PSOE durante la etapa de José Luis Corcuera en Interior, dar un campo de juego al PNV para sus movimientos.

R. No hay nada de extraño. Antes me preguntaba por un giro de 180 grados, pero yo ya declaré a EL PAÍS el 7 de enero de 1996, prácticamente metidos en campaña electoral, que no íbamos a cambiar las líneas esenciales, los principios básicos aplicados por el PSOE en la política antiterrorista. Lo que pasa es que hay que practicar realmente la misma política que se anuncia. Yo en eso sí que creo.

P. ¿Dónde quedó la bandera electoral del cumplimiento íntegro de las penas impuestas a los terroristas?

R. Formalmente, el proyecto de reformar el Código Penal lo convirtió en imposible el mismo resultado de las elecciones. En cuanto al fondo de la cuestión, que es la necesidad de que los terroristas sepan apreciar el valor de la reinserción, yo lo mantengo. No hay un cambio esencial, un cambio de principio. Acepto que ha cambiado la intensidad, el acento. Mi preocupación por evitar la desunión frente a ETA ha sido constante, y ahora, desde la responsabilidad del Gobierno, se hace aún mayor.

P. ¿Y usted se alegra, en el fondo, de que la necesidad de pactos con los nacionalistas haya impedido la reforma del Código Penal?

R. Si gracias a eso los partidos pueden mantener y confirmar su unidad, no me arrepiento de nada. Si sirve para fortalecer la unidad, mejor así.

P. Si el PP tuviera mañana mayoría absoluta, ¿reformaría el Código Penal para conseguir el cumplimiento íntegro de las penas?

R. Si el precio de la reforma fuera una quiebra de la unidad de los partidos frente a ETA, no, no haría la reforma. En este momento, cuando estás en la responsabilidad del Gobierno, aprecias más el valor que tiene la unidad de los demócratas, que es una condición indispensable para conseguir la paz.

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