Jóvenes victímas

UNA QUINTA parte al menos de las víctimas de los accidentes de tráfico son menores de 24 años, y ese porcentaje supera el 30% los fines de semana. Esa es la fría estadística. Tras ella se esconden tragedias de alcance casi colectivo, como la acaecida el pasado fin de semana en Valencia, al estrellarse un vehículo en el que viajaban cinco jóvenes de entre 16 y 20 años. Para añadir más ingredientes, en este caso el conductor era menor de edad y carecía de carné. No es fácil encarar un problema que remite directamente a un periodo vital cuyo denominador común es encarar el presente con intensidad, convirtiendo a menudo el riesgo en un reto.No existen, en todo caso, soluciones específicas al margen de las que contemplan las normas de tráfico. Algunas de las que se han barajado en ocasiones, como el adelanto del horario de cierre de los locales de diversión, no dejan de reflejar la angustia y la impotencia con que los responsables políticos y las propias familias contemplan esta absurda sangría de vidas juveniles los fines de semana. Cabe, sí, apelar a la responsabilidad de los propios jóvenes para que recuperen un concepto del placer de vivir que no tenga que pasearse constantemente por el límite. Al volante de un coche ese límite suele ser el accidente fatal que provoca tragedias como la del pasado fin de semana en Valencia.

Esta situación es tanto más lamentable cuanto que la siniestralidad viaria desciende en España desde hace algunos años. Ello habla a favor de la responsabilidad y el sentido común de los conductores, de las mejoras de la red vial -autopistas y autovías han reducido a la mitad los accidentes mortales en largos recorridos- y de las campañas de prevención de la Dirección General de Tráfico. Los jóvenes no pueden quedarse al margen de esta tendencia y seguir contribuyendo con su abultada e irracional ofrenda a engrosar la estadística de víctimas de la carretera.