Empresas públicas y eficiencia
Siempre que alguien insinúa la conveniencia del cierre de algunas empresas públicas es acusado de ser neoliberal y de derechas. Es curioso ver que son los acusadores los primeros en poner la ideología de por medio. El problema de las ideologías es que a menudo son utilizadas como sustitutos del razonamiento. ¿Se puede ser de izquierdas y estar por el cierre de algunas empresas públicas? Es más, ¿se puede ser de derechas -como seguramente lo es el profesor Barea- y aún así tener razón?Yo creo que parte de estas acusaciones vienen de no comprender del todo dos términos económicos: el del coste y el de la eficiencia. Confundir el coste con el gasto es confundir la economía con la contabilidad. Los 1,2 billones anuales que se llevan las empresas públicas son simplemente la traducción a pesetas del verdadero coste, del sacrificio que hacemos por sufragar esas pérdidas, que puede venir medido en términos de inversiones públicas, camas de hospital, pensiones o muchas otras cosas que se podrían haber financiado.
Gastar en una cosa es no gastar en otra. Y eso nos lleva al tema de la eficiencia. ¿Estamos gastando el dinero de modo que no hay otra manera posible de gastarlo que mejore nuestra satisfacción? Aquí hay dos cosas a tener en cuenta: supongamos que nuestro objetivo es maximizar el empleo. Esos 1,2 billones, tras los cuales hay empleos en empresas públicas, ¿podrían generar más empleo si son gastados de otro modo? Si, como parece, es así, estamos siendo ineficientes. Y como podemos ver, ineficiencia significa aquí desempleo. La segunda cuestión a hacerse es si estamos asignando los recursos de un modo que refleje realmente nuestra estructura de preferencias. Quiero decir que hay que asegurarse de que estamos maximizando aquello que más valoramos. Y si eso son pensiones o sanidad, así sea.
Si verdaderamente entendemos lo que son el coste y la eficiencia, veremos que no sólo no es de izquierdas, sino que es poco ético no preocuparse por ellos.-
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