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Tribuna
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Una fuga permitida y un abanico abierto

Para el espectador habrá sido una etapa bonita y entretenida, pero para, nosotros, los ciclistas, entretenida también, pero llena de nervios e intranquilidad. Menos mal que nosotros, los del Banesto, hemos estado bien colocados en los momentos importantes y casi siempre hemos entrado bien en el abanico. Viendo como soplaba el aire de salida, ya se preveía que iba a ser un día movido. Y así ha sido: desde el principio ataques 37 más ataques hasta que se dejó marchar a los cinco escapados. Pero cuando cogieron casi 18 minutos había que empezar a trabajar. Y ese significaba que en ese terreno y con ese aire de costado se iba a liar Cuando tres equipos se ponen de acuerdo, pasan a relevarse por delante y se acelera la marcha, los de atrás tienen que marchar ya en fila. Y así que pasan unos kilómetros, los cortes son inevitables. Y el abanico por delante.Un abanico es como una escalera por la que subes progresivamente por el lado protegido del aire, llegas a cabeza, desprotegido, das un relevo y te dejas caer por el otro lado. Y así sucesivamente, como en una noria: subes y te dejas caer, y contigo unos cuantos. Ahí se producen dos tipos de problemas: uno lo plantean los que quieren ir siempre protegidos, sin pasar a cabeza, y otro los que no encuentran hueco en la escalera: venga a pillar aire, se agotan, se quedan detrás y propician otro corte. Nosotros creo que hemos salvado el día con buena nota. Mi maillot de la montaña ha durado lo que estaba previsto. No era nuestro objetivo conservarlo. Más han sufrido los escaladores, que empiezan a notar en la rodilla tantos días con desarrollos fuertes. Ya sabían, viendo el ser como los otros días: con el viento de cara se va más cómodo en el pelotón. Lo de la retirada de Carmelo ha sido un fastidio para el equipo -iba a ser un hombre importante en la montaña-, pero me pongo en su lugar y sé que también él lo habrá pasado mal. Sé que no le habría gustado abandonar en estas circunstancias.

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