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Peces-Barba provoca que se llame a declarar a un testigo clave en el 'caso Ruano'

Once testigos declararon ayer ante la Sección Segunda de la Audicencia Provincial de Madrid, que prosiguió el juicio por la muerte del estudiante Enrique Ruano en 1969. Uno de ellos, el ex presidente del Congreso Gregorio Peces-Barba, reveló que el hoy juez José Antonio Enrech, secretario del juzgado que instruyó el caso Ruano en 1969, le dijo en 1994 que había un "visible problema de tortura". El tribunal acordó ayer llamarle como testigo. Otro, el psiquiatra Carlos Castillla del Pino, calificó de "villanía" la publicación por Abc de un manuscrito de Ruano, para avalar la versión policial de suicidio.

Peces-Barba confirmó que, tras la muerte de Ruano, alumno y amigo suyo, denunció el caso con otros abogados como Pablo Castellano y Manuel Villar Arregui porque tenía "serias dudas" sobre la versión policial divulgada por Abc. Reveló que, tras el acto de homenaje a Ruano celebrado en 1994 en la universidad Carlos III, de la que Peces-Barba es rector, Enrech le saludó y le dijo que el caso Ruano era un asunto muy complicado y "un visible problema de tortura".La revelación de Peces-Barba hizo que la sala acordara ayer llamar como testigo a Enrech, hasta ahora excluido por haber sido secretario del juzgado que instruyó el caso Ruano en 1969.

El psiquiatra Castilla del Pino negó que existieran en Ruano "tendencias suicidas", como podía deducirse de la publicación en 1969 en Abc de unas cuartillas intervenidas en su domicilio -sin que constararan en el acta policial de registro- y presentadas como supuesto diario del estudiante cuando su destinatario era el psiquiatra, con que Ruano había intimado tras leer su libro El humanismo imposible.

Castilla del Pino relató los problemas de liderazgo político de los que Ruano le habló, pero aseguró que "la versión oficial del suicidio es absolutamente inverosímil". Explicó que "el suicidio del depresivo se hace a solas, se prepara, pero no en una fuga ante otras personas".

Calificó la publicación por Abc de aquellas notas, al día siguiente de la muerte de Ruano, del "acto de villanía más grave" y añadió que incluso unos periodistas falangistas la interpretaron como "una macabra villanía". Recordó que, desde Abc, se justificó la información en el objetivo de "defender el honoer de la policía", a pesar de lo cual el diario fue judicialmente obligado a rectificar, tras las querellas presentadas por el psiquiatra y el padre de Ruano.

El resto de la vista de ayer se distribuyó en testimonios de grupos de desmemoriados. Así, Leopoldo Blanco y Miguel Angel Vega López, dos policías que interrogaron a Ruano o registraron su domicilio familiar, no recordaban los documentos o manuscritos recogidos ni los interrogatorios ("toma de declaración", corregían) realizados. Antonio Fernández Roces reconoció que, a veces, "se hablaba antes con el detenido para sacar [sic] el dato necesario para la declaración

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María García, hermana del portero de la finca donde murió Ruano, invocó sus 75 años para justificar que no podía recordar, según dijo, "si mi hermano me dijo que lo había visto tirarse o que los policías le habían dicho que se había tirado". Sí recordaba que estuvo "cinco minutos" en el piso registrado. Ni ella ni Marcelino Gallego ni Santiago Cascajo, otros vecinos de la casa, oyeron ningún disparo. Este último contó lo que le dijeron su esposa, ya fallecida, y Epifanio, un taxista que miraba por la mirilla del piso de enfrente. Todos avalaron la versión policial.

Los periodistas Emilio Lahera y Julián Lago, ratificaron la llamada telefónica, recibida en la revista Interviú en 1979, contraria a la versión dada de la muerte de Ruano. Lago no fue capaz de recordar si le dijeron lo que entonces escribió de su puño y letra: "Eso ha sido un accidente, le recomendaron los policías antes de irse". La vista proseguirá hoy.

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