Un revés para el anfitrión
Los episodios de vandalismo tras el partido de semifinales constituyen un severo revés para Inglaterra, el país anfitrión de la Eurocopa 96 tras años de exclusión de los clubes de los torneos europeos a causa de la extrema violencia de sus hinchas de fútbol. Las autoridades futbolísticas y policiales habían preparado durante dos años la operación de seguridad.Pero el grado de frustración de los hinchas ingleses ha sido proporcionalmente inverso al entusiasmo patriótico desplegado a lo largo del campeonato, especialmente a partir del 15 de junio, cuando la selección que dirigía Terry Venables superó por dos tantos a la de Escocia, su eterno rival. A partir de ese momento, la venta de banderas con la cruz de san Jorge se disparó, mientras los tabloides se lanzaban a una campaña de insultos, descalificaciones y bromas de mal gusto contra los sucesivos adversarios deportivos de Inglaterra, especialmente España y Alemania.
El entusiasmo llegó a su punto álgido tras la victoria, también por la vía de los penaltis, sobre la selección española, hasta el extremo de que sesudos comentaristas debatieron la posibilidad de que el Gobierno conservador optara por adelantar las elecciones generales para aprovechar la alta moral nacional. Una encuesta Mori publicada ayer por The Times mostraba una mejoría del partido tory de tres puntos tras la victoria frente a España. La violencia desatada la madrugada del jueves después del partido Inglaterra-Alemania no hace sino aumentar la amplitud de la derrota nacional.
El primer ministro británico, Jon Major, criticó ayer desde Lyon (Francia) a los hinchas violentos, aunque señaló: "No debemos sacar los hechos de su contesto. Fueron unos incidentes desgraciados, pero los provocó un número pequeño de personas comparado con las 75.000 que acudieron al encuentro en Wembley".
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