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San Juan antes de Cristo

Un grupo de teatro recupera la tradición mágica del solsticio de verano con un aquelarre en San Sebastián de los Reyes

Keka nació en una aldea gallega en 1492, el año en que se fundó San Sebastián de los Reyes (58.000 habitantes), y murió el 23 de junio de 1496 a manos de un cura. Keka era una bruja. Una de las que fueron convocadas por la compañía de teatro Blas de Otero de la localidad para celebrar la noche de San Juan o, como ellos prefieren decir, la "noche mágica del solsticio de verano". Esta compañía teatral recuperó una historia de hace 500 años para revivir los ritos precristianos en la celebración de la noche más corta del año. Fue precisamente en el parque de la Marina, a escasos metros de una dehesa donde algunos archivos eclesiásticos sitúan varios autos de fe de la Inquisición.Pero esta vez no hubo exorcistas. Los elfos, los trasgos, los sátiros y los duendes camparon a sus anchas respondiendo a las invocaciones de la bruja Keka y creando un espectáculo de fuego, teatro y música. Por una vez los dioses primigenios triunfaron sobre el catolicismo: "De vez en cuando hay que darse un buen baño de paganismo para renovarse. Esta noche se celebra el rejuvenecer de la tierra y de la alegría", explicó Luis Pérez Lara, creador de los textos poéticos del espectáculo, y duende Lupela.

El público captó el mensaje: "El solsticio ha existido siempre, mucho antes que San Juan, si alguien tenía derecho a celebrarlo ésas eran las brujas", comentó Carlos, de 25 años, que añadió: "No se puede decir que fueran paganos, sus dioses eran la tierra y la naturaleza".

Máscaras y rabos de elfo revolotearon en torno al fuego, pellizcaron a los espectadores y esparcieron lágrimas de papel mientras la bruja lanzaba su conjuro, "para que las fuerzas arcanas nos libren de la tristeza y la añoranza y nos dejen disfrutar de la vida". En el clímax, un cura mató de una pedrada a la joven bruja y las criaturas de la tierra cantaron su dolor, saltaron sobre el fuego y pergeñaron su venganza. Así nació el aquelarre: "Tiene algo de anticlerical, pero de una forma sana, aunque la actitud de algunos eclesiásticos no ha cambiado mucho", afirmó Pérez Lara.

El espectáculo tuvo dos armas, el teatro de la compañía Blas de Otero y la música. La Banda del Club de los Elfos Locos se encargó del transfondo musical. Ritmos celtas y flautas pastoriles acompañaron la vida y muerte de Keka. Pero Jorge Reguero, guitarrista de los Elfos Locos y autor de los textos en prosa va más allá de la magia e intenta llamar a la solidaridad utilizando ese desfile de duendes, ninfas y bermudillos: "...Descubrieron [los hombres] que todos y cada uno de ellos eran diferentes, cada uno predicó con su ejemplo y ejercitó su derecho a ser el ombligo del mundo. Así comenzaron las diferencias, así se inventaron los dioses", rezaba uno de los pasajes de la obra.

A las doce todo acabó. Tras el conjuro, la queimada y tras la queimada, la hoguera sobre la que saltan actores, músicos y público, mientras una docena de jóvenes llenan el aire de ritmos ancestrales en una batucada de percusión.

Quemado al caer

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Por otro lado, un hombre de 64 años sufrió quemaduras en el 25% de su cuerpo al caer sobre las llamas de una hoguera de San Juan en un descampado junto a la calle del Rosario, cerca de la Ronda de Toledo, en el distrito Centro de Madrid. Mariano Burgos Nadal cayó de espaldas sobre el fuego y tuvo que ser rescatado por los vecinos que festejaban la noche. Una ambulancia del SAMUR lo trasladó al hospital de La Paz, donde ayer informaron que su pronóstico era reservado, a la espera de la evolución de las quemaduras que saturaban una amplia superficie de su piel, desde la nuca hasta los glúteos.

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