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Canal + muestra los crímenes de guerra en Bosnia

Gorazde, junto al río Drina, fue la única ciudad importante del este de Bosnia que no pudo ser ocupada por los serbios a pesar de que un cruel sitio de cuatro años la dejó incomunicada y diezmada por los bombardeos. Fue la segunda de la antigua Yugoslavia en renta per cápita y hoy es una ruina. Sus habitantes han sufrido mucho. El presidente del Tribunal de La Haya califica de crimen colectivo de guerra el aislamiento a que fue sometida la ciudad. La huella de los criminales (Canal +, mañana domingo, a las 14.05 horas, en Abierto en Canal) es un reportaje que ha conseguido documentar con imágenes y testimonios de los afectados los resultados espeluznantes de este crimen.Realizado por el periodista Francesc Relea, que cubrió la guerra de Bosnia para EL PAÍS, y el cámara Guillermo Garlick, es una coproducción de Canal + y la compañía independiente Paralelo 40 en colaboración con la TV de Bosnia (su primera aportación tras la guerra a un proyecto internacional) y la chilena Andes TV. Fue rodado durante cuatro semanas en Gorazde, Sarajevo y La Haya.

Imágenes inéditas

El equipo ha conseguido imágenes inéditas de los inicios de la guerra y los testimonios de tres supervivientes de matanzas perpetradas por grupos paramilitares serbios. Una mujer que se salvó -y fue la única- del incendio de una casa en la que se refugiaban 73 personas; un hombre que fue llevado al río con un grupo al que acribillaron a balazos: dos se salvaron fingiendo estar muertos; un profesor que vio como detenían a varios jóvenes que aparecieron asesinados.El reportaje aporta también imágenes de gran interés que ilustran acerca de las penalidades que sufrió la población ara sobrevivir durante el largo sitio. Ingeniosas turbinas fabricadas con desechos para proveerse de energía eléctrica a partir del río, pasarelas bajo los puentes a cubierto de los tiroteos, la recogida de las cajas con alimentos que lanzaban en paracaidas los aviadores de las Naciones Unidas y caían a menudo en medio de las aguas del Drina.

También muestra imágenes del corredor de 60 kilómetros entre montañas, que fue la única vía de comunicación con el exterior, la ciudad de Grebak. Los resistentes de Gorazde recorrieron durante meses ese camino bajo el fuego serbio para obtener víveres, medicamentos y municiones.

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