Felicianinas
Plinio el Joven, escritor latino que se barrunta nació en el año 61 o 62 de la era cristiana, se embobalicó tomando como modelo para su vida y para su obra a Cicerón; su ideal, la honestidad enroscada a la probidad cívica, lo situaron en la historia y en los diccionarios. ¡Y olé! -Fue cuando, leyendo sus obras, dí yo en la felicianina, finta tauromáquica, simple y barroca, al cabo de cuya ejecución el toro ha de coger necesariamente (y si matar, mejor) al torero. Todo llegó con los siglos: realicé mi creación en plaza pinturera y tuerta, en el París del General De Gaulle; me corneó la vaca (21 veces ya toreada de antemano) y brotó, urgente y fulgurante, de mi muslo derecho, la sangre, por gracia de los diez centímetros de perforación del cuerno afeitado de la vaca que rozó mi vena femoral... Señor fútbol, ¡Dios!, perdón, vuelvo mañana. Era un respiro. ¿Era un respiro?
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