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EURO 96

La muda de Amor

Goles decisivos hacen justicia al jugador del Barcelona

Guillermo Amor no es un tipo corriente. O no está en la onda. No se explica si no que tras su importantísirno gol a Rumania no hiciera la cuna que puso de moda Bebeto en el Mundial de EE UU. Ese gesto que desde hace un mes venía repitiendo una y otra vez su compañero Caminero. Hasta que el pasado sábado marcó ante Francia y cambió de repertorio: optó por cubrirse el rostro con la funda nacional para mostrar al mundo el nombre de Lidia, su hija, rotulado sobre una camiseta blanca. Amor, que el lunes se enteró en la concentración de Leeds del nacimiento de Daniel, su segundo hijo, no hizo ningún gesto especial. "No llevaba muda", explicó al final del partido. Amor tuvo un regocijo interior.

Él ha sido un futbolista zarandeado por las desgracias. Basta recordar que fue el jugador descartado por Clemente a última hora en la convocatoria del Mundial de EE UU. El varapalo no era nuevo para Amor. Está curtido en la desgracia. Ha estado en todas las guerras y sin embargo, se perdió la gran batalla culé. No estuvo en Wembley, santuario del fútbo, donde el Barça ganó en 1992 la Copa de Europa al Sampdoria italiano, por culpa de una tarjeta amarilla. Tampoco estuvo en la final de la Recopa en Rotterdam, en 1990, entre el Barça y el Manchester United al ser expulsado.

Y es que Amor siempre ha sido un futbolista honesto. Capaz de meter la pierna cuando es necesario en favor del colectivo, aun a riesgo de quedar marginado en la gran fiesta. Ayer, gracias a su gol, el próximo sábado podrá pisar Wembley, el templo que le cerró las puertas en 1992.

El fútbol ha sido justo por una vez con Amor. Estaba en deuda con el jugador más generoso del Camp Nou. El club le puso siempre como ejemplo ante las sucesivas generaciones de futbolistas.

Fue él precisamente quien convenció a Iván de la Peña para que se quedara en La Masía y renegara del Real Madrid. El certificado de buena conducta y su aplicación como jugador le sirvieron para sustituir al argentino Maradona la noche en que se inauguró el Miniestadi. Y, pese a haber sido el jugador que más partidos ha disputado con Cruyff, este año le habían invitado a irse del club de su vida.

Cruyff le retiró el brazalete de segundo capitán sin que ninguno sus compañeros protestara y responsabilizó, con Hagi, del ridículo de Numancia. Pero el santo y seña de los jóvenes valores azulgranas jamás perdió su ascendente y profesionalidad. Le eron una oportunidad a la desesperada y pasó a la historia o el autor del gol 4.000 del Barça en la Liga. Y desde entonces cambió su suerte. Cumplidos los 28 años, Amor estará el sábado en Wembley, frente a Inglaterra.

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