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EURO 96

Alemania nunca sorprende

La selección germana, con cinco goles, está, virtualmente clasificada

Santiago Segurola

La vida se hace muy dura frente a los alemanes. Su eficiente maquinaria destruyó el delicado juego de los rusos, que no acaban de encontrar un término medio. Un poco de orden defensivo les vendría de perlas. Pero ante Alemania se empeñaron en hacer marcajes individuales y acabaron como un ovillo. Es una lástima que este equipo tan bien dotado para realizar un fútbol vistoso se derrumbe por sus tendencias caóticas.Alemania nunca sorprende. Pueden jugar mejor o peor, pero siempre son alemanes: competitivos, fuertes, rápidos y ganadores. En Old Trafford tuvieron un ojo clínico para aprovecharse de las principales deficiencias de Rusia. Cada uno de los contragolpes alemanes fue una ocasión de gol para Klinsmann o para los centrocampistas llegadores. El primer tanto resultó revelador: una larga carrera del líbero Sammer pasó desapercibida para los mediocampistas y para los defensas rivales, empeñados en seguir a los números que tenían designados. Y claro, Klinsmann y Bierhoff les arrastraron hacia el otro lado de la jugada. Sammer entró por la autopista como un emperador y marcó el primer gol alemán. Los rusos rindieron sus armas y se prepararon para el sacrificio. A los alemanes no se les puede conceder ni una.

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Durante el primer tiempo hubo partido. La tumultuosa salida de Alemania amenazó con derretir la resistencia rusa, que no tiene un exceso de carácter. Pero poco a poco se detuvo la tromba. Rusia comenzó a tocar y el partido se equilibró. Hasta el descanso se vieron un puñado de buenas jugadas y buenos futbolistas.

La buena edificación del juego no escondía los problemas de orden defensivo. Había un jaleo considerable alrededor del área rusa, todos ocupados en seguir a éste o aquél. Los alemanes aprovechaban esta circunstancia para abrir rutas a los centrocampistas. Por una de ellas llegó el gol de Sammer. Después, Rusia se hizo definitivamente espumosa frente al acero alemán. La última media hora fue un festival de calamidades defensivas de los rusos.

El segundo gol alemán fue una belleza. Klinsmann regateó a Nikiforov, que hizo de butaca, y se lanzó como un obús hacia el área. Hasta ahí, su jugada había tenido mérito, pero lo mejor se produjo después. Desde el borde del área, con el exterior del pie, metió un pelotazo al ángulo derecho de la portería. Uno de los goles que quedarán para la memoria.

Los rusos terminaron con diez jugadores, tristes y entregados. Todo lo que valen con la pelota no les sirve porque defienden mal. Es una pena, porque el equipo tiene cualidades magníficas, eso que se llama talento.

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