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El PP prepara una oleada de privatizaciones para reforzar la confianza de los mercados

Jesús Mota

El Gobierno del Partido Popular está examinando la conveniencia de proceder a una primera serie de privatizaciones de empresas públicas para aumentar los ingresos y reforzar la confianza de los mercados en que las ventas se llevarán a cabo. Los nombramientos de Alfonso Cortina como presidente de Repsol; Francisco González, de Argentaria; César Alierta, de Tabacalera, y Juan Villalonga, en Telefónica, provocan la perplejidad entre los inversores, que no entienden la estrategia de "cambiar el equipo" precisamente antes de ofrecerles participaciones de estas firmas.

El Gobierno de José María Aznar examinará esta semana la pertinencia de acelerar una primera oleada de privatizaciones de empresas públicas para elevar los ingresos públicos y transmitir confianza a los mercados en que efectivamente se ejecutarán las privatizaciones anunciadas. Con este esquema, las grandes privatizaciones (10% que todavía mantiene el Estado en Repsol, al menos un primer paquete del 20% de ENDESA, y otro del 15% en Argentaria) se reservarían para reforzar los ingresos en el ejercicio de 1997, cuyo Presupuesto, clave para cumplir los objetivos de Maastricht, se califica en fuentes de Economía como "muy delicado".Ahora se estudia una primera serie de privatizaciones que puede incluir la salida a Bolsa de un paquete de en torno al 25% de Tabacalera, la venta de la totalidad de Aldeasa a un inversor, así como la de algunas empresas del antiguo INI como la Empresa Nacional de Celulosas (ENCE).

La puesta en el mercado de varias empresas públicas, en el momento bolsístico adecuado -en 1996 ese momento adecuado puede ser octubre o noviembre- debe decidirse en el momento en que se ha producido ya la sustitución política de los presidentes de las grandes empresas públicas, con excepción de ENDESA. Este proceso de sustitución, determinado casi por el único motivo de "fijar el territorio de mando", en expresión de un conocido banco de inversiones, ha sido mal recibido por los grandes inversores institucionales extranjeros, obliga a los nuevos presidentes -Alfonso Cortina, en Repsol; Juan Villalonga en Telefónica; Cesáreo Alierta en Tabacalera y Francisco González en Argentaria- a confirmar en los próximos meses que sus estrategias producen tan buenos resultados como las de los presidentes anteriores e introduce serias distorsiones en la percepción profesional y financiera de las empresas.

Las distorsiones que aprecian los mercados e inversores son, en resumen, las siguientes:

- Sustitución de equipos de gestión que proporcionaban excelentes resultados a las compAñías. Los cambios, según los analistas consultados, carecen de justificación en empresas con una baja participación del Estado (caso de Repsol) si los accionistas privados están satisfechos con la gestión de la empresa. "Nunca cambies al equipo ganador", es el axioma de los inversores. Los nuevos presidentes, en cualquier caso, se han apresurado a decir que no habrá cambios.

- Los inversores perciben que el modelo político se impone al de gestión privada y que no se consulta con los inversores representados que no sean las instituciones bancarias o núcleos duros. El efecto es que grandes inversores, como fondos europeos o ingleses, a quienes se pedirá el año próximo que compren acciones de Repsol, Telefónica o ENDESA, se sienten maltratados. En resumen, creen que no se respetan las reglas del juego" del sector privado, en tanto que el Gobierno del Partido Popular "hace lo mismo que Gobiernos anteriores", cuando las expectativas eran que tuviera un comportarniento más liberal.

- Los nuevos gestores tienden a la continuidad en la gestión, para conseguir los mismos resultados que los dirigentes anteriores y mantener el equilibrio institucional que se exige en las grandes empresas. Todas las compañías citadas tienen grandes beneficios y están entre las grandes. Además, esa continuidad es prácticamente imperativa puesto que deben poner en marcha las ventas en el mercado de participaciones públicas. En términos de una sociedad de análisis, "si se va a privatizar, el gestor debe ser nombrado por quienes adquieran las participaciones".

- Sensación extendida de amiguismo. Alfonso Cortina es amigo de Rodrigo Rato, Juan Villalonga de José María Aznar... La percepción es que esta circunstancia ha triunfado sobre la profesionalidad demostrada -con resultados- de los presidentes anteriores de Repsol o Telefónica.

- Riesgo de enfrentamientos o recelos entre accionistas. No se entiende cómo es que si se impone la tesis política del cambio de "todos los presidentes de las empresas públicas", no sea sustituido el presidente de ENDESA. Tal contradicción ha- dado lugar a una explicación conspirativa que atribuye poder de decisión al Banco Santander, accionista reciente de la sociedad pública de electricidad, que habría impuesto al Gobierno la permanencia de Feliciano Fuster.

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