Alemania gana con suficiencia
Los germanos, con dos zarpazos, aniquilaron a los checos
Alemania se elevó por encima de la débil República Checa con una facilidad asombrosa. Le bastaron dos zarpazos idénticos, trenzados por el mismo sitio para aniquilar a un equipo extremadamente bisoño. Ziege descubrió rápido un boquete desproporcionado en la cobertura derecha del rival y puso el marcador de cara. Luego llegó Moeller con la perspicacia de los buenos futbolistas, los que digieren el juego de forma natural, y reprodujo la acción de su compañero. La machaconería alemana desnudó en pocos minutos a los checos, que nada tuvieron que decir durante toda la tarde. Austera como siempre, Alemania, con el partido cuesta abajo en media hora, cerró la jornada. Afloró entonces lo peor de su escuela: la cicatería y el fútbol trabado para impedir un ritmo constante.Con Alemania siempre se tiene la sensación de que hay un punto de soberbia en su juego. Un toque altivo que no siempre se traduce en una superioridad real; en ocasiones disfraza múltiples carencias. Frente a los checos dejaron la misma interrogante. En Old Trafford, el perfil bajo de su enemigo, impidió un examen de la capacidad germana.
La República Checa le presentó un partido frontal. Un choque directo en el que quiso exponer los mismos atributos que su rival. Y salió maltrecha en todas las suertes del juego: en cada disputa, en carrera, en cada choque... Bastó que Moeller se desperezara para que Alemania inclinara el encuentro de su lado. Es un jugador extraordinariamente móvil, con una zancada poderosa y mucho sentido del juego. Con Haessler y Sammer -un libre de los de antes, elegante y con horizontes ofensivos- de escuderos, el grupo de Vogts bailó a sus anchas. Desde las bandas, Reuter y Ziege destrozaron a los checos y Alemania no selló una goleada por su tacañería y los pocos recursos exhibidos por Bobic y Kuntz, los dos delanteros que ayer cubrieron la ausencia de Klinsmann.
Sólo la irrupción de Berger dio un cierto orden a los checos. Al menos atraparon la pelota y esparcieron algún detalle en ataque. Aunque inútil, porque todo circuló al antojo alemán. Su suficiencia, real o no, condicionó el choque, para bien y para mal. Dejó la sensación de que tiene futbolistas con poderío y mucho oficio. Y, como algunas veces, transmitió un cierto tufillo de fútbol trucado.
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