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INVENTARIO DE TAUROMAQUIAS

6.000 aficionados de Alcalá de Henares se oponen a que su plaza sea derribada

Vicente G. Olaya

Alcalá de Henares está a punto de permitir el derribo de su plaza de toros con 117 años a sus espaldas y en el centro de la ciudad. Razones económicas, según el Ayuntamiento, obligan a ello: el edificio tiene un tendido apuntalado desde 1988 y el consistorio carece de dinero para rehabilitarlo. Sin embargo, parte del vecindario se opone a la demolición y pide que se remodele el que está considerado el segundo coso más antiguo de la región (tras el de Aranjuez, que tiene 200 años). El alcalde, Bartolomé González, del PP, es un mar de dudas. "Me gustaría mantenerla, pero no hay dinero. Si los vecinos lo lograsen...".Mientras tanto, los propietarios de la plaza -un grupo de constructores- presiona. Con todos los papeles en regla, están a punto de derribar el coso que inauguró el torero Salvador Sánchez, Frascuelo, en 1879. Quieren construir viviendas y locales comerciales. Cuando la piqueta entre en los tendidos, Alcalá de Henares habrá perdido para siempre una parte de sus señas taurinas de identidad. El coso fue inaugurado con un aforo para 6.000 personas. Era un plaza de ladrillo visto en estilo neomudéjar. Fue construida con accesos directos a los tendidos desde la calle. En ella han toreado todos los grandes matadores de la historia, excepto Manolete.

Nueva fachada

En 1959 fue adquirida por el diestro Fernando Gago, que realizó importantes reformas. Levantó una nueva fachada sobre la original y la dotó de pasillos de distribución interiores. El edificio aumentó además su aforo a un total de 7.125 personas. Sin embargo, las reformas la afearon, y en algunos puntos quedó inacabada: los voladizos de teja roja que la caracterizaban fueron sustituidos por remates de uralita. El ladrillo visto quedó tapado por la cal y los ventanales de ladrillo cambiados por columnas de hierro y cemento.En 1991, el Ayuntamiento de Alcalá planeó levantar una nueva plaza a las afueras con 8.000 localidades. Para lograr el dinero recalificó como urbanizables los terrenos donde se erige la vieja. Los descendientes de Gago la habían vendido a unos constructores. Con el dinero que generaría las licencias de construcción (unos 280 millones de pesetas) el Ayuntamiento obtendría lo que le faltaba para construir el nuevo coso. Y llegó el momento de la protesta.

La Asociación de Hijos y Amigos de Alcalá lanzó la voz de alarma. En pocas semanas han recogido 6.000 firmas. Vicente Fernández, su presidente, comenta: "Carece de sentido derribar un edificio con 117 años. Sería más lógico enlucir la fachada, volver a levantar los balconcillos, sobresacar en algunos puntos la vieja fachada neomudéjar, recuperar los tendidos y crear un centro cívico para las 350 asociaciones que existen".

Los propietarios de la plaza han desechado la oferta del Ayuntamiento de permutarles el edificio por terrenos a las afueras. Antonio García, vocal de la asociación que defiende el coso, lo explica: "Los terrenos donde se asienta la plaza están en el corazón de la ciudad. Cualquier futura vivienda allí se vende fácilmente. A ningún constructor se le ocurre permutar estos terrenos por otros a las afueras".

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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