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Reportaje:

Soldadito español

Varón, de 19 años, andaluz, parado, de clase media-baja, con 8º de EGB y afán de aventura es el perfil profesional

Miguel González

Aún no se sabe cuándo tendrá España un Ejército totalmente profesional ni cuántos serán sus miembros, pero sí es posible conocer cómo serán: su origen social, su nivel de estudios o su procedencia geográfica.Las Fuerzas Armadas españolas, que hoy celebran su día, cuentan ya con más de 30.000 soldados y marineros profesionales, metopas en terminología militar. Ellos constituyen el embrión del futuro Ejército, exclusivamente profesional en el que el servicio militar obligatorio será ya una reliquia del pasado.

A partir del estudio de este colectivo es posible anticipar si se confirma uno de los argumentos esgrimidos históricamente por los defensores de la mili: que con la abolición del reclutamiento obligatorio y universal, sólo las clases más humildes y las regiones más desfavorecidas suministrarán la carne de cañón necesaria para defender, con las armas si es preciso, la seguridad de todos los ciudadanos.

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En otras palabras, si en España se repetirá el fenómeno que se produjo en EE UU, donde la profesionalización ha dado lugar a un Ejército en cuya tropa abundan los negros e hispanos y escasean los wasp (blancos, anglosaiones y protestantes).

El Ministerio de Defensa ha realizado, entre 1992 y 1995, sucesivas encuestas a los más de 120.000 aspirantes que se han presentado para cubrir las casi 25.000 plazas de metopa (militar de empleo de tropa y marinería) que han sido convocadas.

Con sus resultados, es posible establecer ya un perfil aproximado del soldado profesional español: se trata de un varón, soltero, de 18 a 20 años de edad, parado o estudiante, con un nivel de estudios de 8º de EGB o similar, que vive el domicilio paterno junto a sus padres y dos o más hermanos, y él es el primogénito o el segundo.

Naturalmente, con los sueldos que se ofrecen (menos de 100.000 pesetas mensuales el primer año), no puede esperarse que sean las capas más acomodadas las que envíen sus hijos al Ejército: el 18% de los aspirantes son de clase baja; el 32% media-baja; el 32% media; el 12% media-alta; y el 6% alta.

Pero la diferencia de clases es probablemente más acentuada si se tiene en cuenta que el 43% de los padres de los futuros soldados están en paro, que los que tiene empleo son mayoritariamente trabajadores manuales u obreros especializados, que más del 75% (de ellos tienen sólo estudios primarios o EGB, y que la gran mayoría de las madres trabajan sólo en su hogar.

Mujeres con más estudios

Respecto a los aspirantes, sólo el 19,3% tiene trabajo, el 37,3% está en paro, el 25,2% estudia y el 16,1% está cumpliendo el servicio militar. En su inmensa mayoría, los que quieren ingresar en el Ejército no han hecho la mili. Y ello introduce un factor de incertidumbre: no se sabe hasta qué punto la posibilidad de realizar un servicio militar retribuido, aunque más largo (18 meses es el compromiso mínimo), induce a presentarse a jóvenes que no lo harían si la mili no existiese.En cuanto al nivel de estudios, más de la mitad de los aspirantes cuentan sólo con el graduado escolar o equivalente y aproximadamente el 27% ha hecho el BUP. Los que tienen COU o estudios superiores suponen el 10% y, en el otro extremo, los que sólo tienen certificado de escolaridad son el 8%.

Las mujeres, que representan algo más del 15% de quienes se han presentado a las convocatorias del Ministerio de Defensa, tienen mejor formación cultural que sus compañeros varones. Entre ellas, se reduce al 4% el porcentaje de las que sólo cuentan con certificado de escolaridad y aumenta hasta el 15% el grupo de quienes tienen el COU o estudios superiores.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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