Al ecologista Caminero:
Señor de las canchas, alto, guapo, proclive a la perilla y, para mí, ecologista de raza y no uno de esos ecologistas con barco y barba, adictos al agua. El día que abra un gabinete seré su primer cliente: porque su excelencia el ecologista sabe detectar problemas personales a la mantequilla, porque sabe controlar su cuenta corriente con delicadeza, porque ha provocado la química que ha transfigurado a Jesús Gil y Gil en académico de la lengua que, sin duda, conseguirá adelgazar también con sus pócimas. Con un ecologista así, más Gil el delgado, en 1997 sufriremos el gozo de Segunda División.-
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