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FERIA DE SAN ISIDRO

Acabó a guantazos

La primera corrida de la Prensa, hace 96 años, valió un suspenso a los toreros

Los triunfadores de la primera edición de la corrida a beneficio de la Asociación de la Prensa de Madrid fueron la señora de don Segismundo Moret, el primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Madrid y presidente del festejo señor Cánovas y Varona, el inspector de Policía Nicanor Visiers y el anónimo poseedor del billete con el número 12.365 No triunfaron los toros por más que los elegidos pertenecieran a la afamada divisa de la Marquesa Viuda de Saltillo. Tampoco triunfaron los matadores, ni sus cuadrillas, a pesar de que se anunciaban como los "dueños del toreo". Mazzantini, Antonio Fuentes, Bombita y Algabeño merecieron de la crítica la calificación de archisuspenso.Era martes, 12 de junio, año 1900. La plaza de toros de la Puerta de Alcalá, donde hacía tiempo no se colgaba el cartel de "no hay billetes", fue engalanada con flores que eligieron los periodistas Vicente Blasco Ibáñez y el señor Baleriola en las huertas de Valencia y Murcia. Los festejos comenzaron temprano porque la comisión que alumbró esta tradición que hoy cumple 96 años quiso hacer del evento un acontecimiento histórico. Para ello, el director de El Liberal, Miguel Moya, el conde de Garay, José Sabater, Mariano Benlliure y Natalio Rivas llenaron de actos la tarde: desfile de calesas con los artistas más afamados; demostración de las técnicas del acoso y derribo, y rifa de recuerdos u obsequios donados por nobles, intelectuales, artistas y maestros del toreo.

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A las cuatro y media, por fin, tras el agotador y empalagoso preludio, sonaron clarines para anunciar que comenzaba el espectáculo taurino. A las cinco en punto, la expectación comenzó a dejar paso al desencanto. A las seis de la tarde se dio por seguro que de toriles ya sólo saldría burla y hastío. Para combatir el bostezo surgió el chismorreo, y, así, de lo único que se hablaba era del desplante que le había sido infligido en la rifa a la señora de don Segismundo Moret. Su obsequio, una moña hortera con la que adornaba su tocado, no quiso recogerlo nadie por más que fuera reclamado el poseedor del número agraciado: 12.365. Su dueño prefirió el anonimato, lo que se interpretó, al ser la entrada de cinco duros, como un despecho hacia aquella familia.

En ésas andaba la plaza cuando un vuelco la tarde. Mientras Fuentes, indolente y apático, se disponía, a lancear al sexto toro, desde el palco brotó un torrente de insultos que el presidente del festejo, señor Cánovas, vertía sobre el inspector de Policía Nicanor Visiers porque no acataba la orden de abandonar un burladero del callejón. Tales fueron los adjetivos que le llovían que éste, enloquecido, saltó la barrera, subió tendido arriba hasta llegar al terreno del político, y se lió a guantazos. La fiesta, ahora, estaba en el palco y nadie quería perder detalle de aquel reparto de soplamocos que concluyeron con el apresamiento del iracundo Visiers.

Así comenzó esta tradición de las corridas de la prensa y lo relatado fue lo único que se comentó porque, en lo taurino, la tarde resultó tan penosa que don Modesto escribió en El Liberal. "No se pueden dar faenas más desdichadas, todas huérfanas de valor y honradez taurinas".

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