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ESPAÑA RECUPERA EL JURADO

El primer veredicto del jurado reinstaurado fue condenatorio en un caso de homicidio

Ocho hombres y una mujer consideraron culpable al acusado de matar a su hermano

Blanca Cia

Culpable. Ese fue el veredicto del jurado -ocho hombres y una mujer- encargado de juzgar al hombre que mató a su hermano y sobre el que la defensa alegaba enajenación. Fue el primer veredicto de una institución -el jurado popular- que quedó abolido en 1936 y siguió funcionando en la zona republicana hasta que acabó la guerra.La jornada histórica comenzó a primera hora de la mañana. En pie. Magistrado-presidente, fiscal, acusado y todo el público que abarrotaba la sala de la Audiencia de Palencia se levantó ayer de sus asientos cuando los nueve miembros del jurado -más los dos suplentes- juraron su cargo. Así de solemne fue el inicio del juicio a un ciudadano acusado de matar a su hermano, en Dueñas, una población próxima a Palencia. No hubo problemas, ni para la formación del jurado ni para el desarrollo. del juicio en el que la expresión "señores del jurado" sustituyó a la de "señoría".

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Concentrados en su función, los miembros del jurado no se perdieron ni una coma de lo que ayer se dijo en la sala. Con bolígrafos y papel, muchos de ellos tomaron notas durante el juicio. No hicieron preguntas, facultad que está prevista por la ley, aunque a través del magistrado-presidente. Una enfermera de profesión fue la única mujer y la que ejerció, por cierto, de portavoz. Los demás eran hombres y en su mayoría pasaban de los 40 años. De profesiones muy variadas: un médico, un jubilado, un funcionario, un empleado de la Fasa-Renault, un minero, un decorador, un técnico y un agricultor. Cinco de ellos son de Palencia y otros cuatro de localidades cercanas.

Autoinculpación

El juicio de ayer fue rápido. La vista se inició á las 11.30 de la mañana y acabó antes de las dos de la tarde. A esa hora se interrumpió y se reanudó por la tarde, una vez el magistrado Gabriel Coullaut, presidente de la Audiencia, entregó al jurado las cuestiones a resolver en el veredicto. El llamamiento de los 27 candidatos y. su posterior interrogatorio se inició alas 10.00 de la mañana. Todos, uno a uno, entraron en la sala. Sus nombres en sobres fueron introducidos en una urna y de allí se sacaron, aleatoriamente, los que deberían' formar el jurado.Un pequeño interrogatorio del fiscal, Manuel Martín Granizo, y del defensor, Alejandro González, sirvió para recusar a los que ambas partes no consideraban aptos por entender que podían tener una opinión ya formada. El defensor tenía especial interés en saber si los candidatos sabían lo que significa la presunción de inocencia. Casi todos contestaron bien.

Luego, el juicio, como todos, empezó con el interrogatorio del acusado, Ángel Antolín Reguero, que admitió haber matado a su hermano, Manuel. Ocurrió el 15 de diciembre del año pasado. Vivían en la misma casa familiar: ellos, otros dos hermanos y la madre. "Con todos me llevaba bien, menos con él", explicó. be¡ fallecido dijo que no era normal, que era sordo y le calificó de "histérico" que había tenido problemas con la ley, "pero como no estaba bien, le soltaban". También contó que su hermano acostumbraba a jugar al póker y perder "hasta 40.000 pesetas en un fin de semana".

"Aquella mañana -en referencia al día del crimen- estaba histérico por una citación judicial", explicó el acusado. Lo que ya no concretó tanto fue el momento en que cogió un cuchillo de cocina -de 16 centímetros de hoja- y le asestó repetidas puñaladas a Manuel. "No sé, me dio algo. (Cogí el cuchillo y creo que salí corriendo detrás de él, en la calle. Luego, vinieron los guardias", fue el resumen que hizo a las preguntas del fiscal.

En el juicio fueron proyectadas las diapositivas tomadas del cadáver en el depósito. "No lo he hecho por morbo. Es la forma de que vean que la agresión del acusado perseguía la muerte de su hermano", aclaró el fiscal al jurado. El procesado alegó, a preguntas de su abogado, que cuando ocurrieron los hechos estaba obsesionado en que sufría un cáncer terminal. No es cierto, pero lo que sí quedó claro, según el dictamen de los forenses, es que esa idea llegó a hacerle delirar. Trastorno delirante, fue el diagnóstico de un médico-forense y, de una psiquiatra que atendió al acusado.

Si hasta ese momento del juicio, los miembros del jurado ya habían tomado notas, la exposición de los cuatro psiquiatras les hizo escribir todavía más. El fiscal formuló preguntas para forzar a los forenses a intentar explicar con sencillez y claridad el diagnóstico del procesado.

Para los peritos del fiscal, el acusado sufre un trastorno que le- afectó a la hora de matar a su hermano. Pero sólo eso, un trastorno, no una anulación completa de su capacidad de conocer el alcance de lo que estaba haciendo. En cambio, los peritos de la defensa sostuvieron que esa idea delirante de que padecía cáncer le pudo anular por completo su mente. Y ese fue, precisamente, el eje central del juicio y del objeto del veredicto.

Para el fiscal, el acusado sabía lo que hacía aunque existiera un trastorno. Por eso, pedía 8 años de cárcel. La defensa, en cambio, sostuvo que el delirio era tal que llegó a anular por completo su mente.

El jurado no pareció dudar mucho sobre su veredicto, que fue anunciado poco después de las ocho y media de la noche.

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Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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