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Cascos anuncia que una ley fijará los "límites" que no pueden sobrepasar los servicios secretos

Miguel González

El vicepresidente primero y ministro de la Presidencia, Francisco Álvarez Cascos, ha asumido como tarea propia la coordinación y control de los servicios de información del Estado. Así lo demostró ayer durante la toma de posesión del nuevo director del Cesid, el teniente, general en la reserva Javier Calderón, y de los demás altos cargos del Ministerio de Defensa. Álvarez Cascos aprovechó el acto para anunciar un nuevo organismo encargado de coordinar los servicios secretos y la regulación por ley de sus fines, medios, límites de actuación y mecanismos de control.

La escena recordaba la última etapa del Gobierno socialista, cuando Narcís Serra tutelaba desde Moncloa a sus sucesores en Defensa. Álvarez Cascos no sólo protagonizó la toma de posesión de los nuevos altos cargos del departamento de Eduardo Serra, sino que incluso presentó a uno de ellos: el director del gabinete del ministro, Pedro Argüelles.Ingeniero industrial, banquero por tradición familiar y diputado del PP en la Asamblea de Madrid, Argüelles es, según explicó Álvarez Cascos, un "viejo amigo y paisano" suyo. Por las manos del nuevo director pasarán cuantas iniciativas aborde el independiente Eduardo Serra al frente del Ministerio de Defensa.

La renovada cúpula del departamento es fruto de un delicado equilibrio entre el ministro y el partido. Junto a un militante del PP, hay un hombre de la confianza personal de Serra, Laureano García, director de Reclutamiento y Enseñanza.

El secretario de Estado, Pedro Morenés, y el subsecretario, Adolfo Menéndez, han sido elegidos también por Serra y aceptados por el PP, atendiendo a su perfil profesional -gestor el primero, letrado el segundo- y al hecho de que no están vinculados a la anterior etapa de Defensa.

El nombramiento más complejo ha sido el del nuevo director del Cesid. La designación de Javier Calderón ha sido consensuada entre el vicepresidente y el ministro, quien ayer recordó su prolongada colaboración con el teniente general, primero en el ministerio y luego en la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD).

Pese a ello, el vicepresidente primero se encargó de anunciar los principales proyectos sobre los servicios secretos: la creación de un organismo de coordinación, previsiblemente bajo su autoridad, y la regulación por ley de los objetivos, medios, límites de actuación y sistemas de control del Cesid. El vicepresidente adelantó que su propósito no es restringir las competencias de ningún servicio, sino evitar que el solapamiento sin coordinación produzca ineficacia. En consecuencia, el Cesid seguirá ocupándose de la lucha antiterrorista, pero deberá canalizar la información hacia este futuro organismo de coordinación.

Respecto a la prometida ley, según Álvarez Cascos, se trata de dotar al Cesid de un marco legal, similar al que existe en la mayoría de los países europeos, que defina con claridad los "límites" en que debe desenvolverse su actuación, de forma que se eviten desviaciones.

El anuncio de que la actividad del Cesid se regulará por ley fue calificado de "esperanzador" por su nuevo director, quien recordó que "ha sido un deseo histórico del centro".

Calderón rehusó extenderse en sus declaraciones, alegando tanto la discreción propia de su puesto como el hecho de que hace ya 14 años que se marchó del centro, en 1982, y no conoce su actual situación. No obstante, se mostró dispuesto a comparecer ante el Parlamento siempre que se le requiera.

Preguntado por la desclasificación de los documentos del Cesid sobre la guerra sucia, respondió con un lacónico "sin comentarios". [Desde Rabat, el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Angel Rodríguez, reiteró ayer que algunos de esos documentos "no constan ni parece que hayan constado nunca" en los archivos del Cesid].

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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