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FÚTBOL 39ª JORNADA DE LIGA

El Madrid tiene la UEFA a la vista

El partido tuvo un tono triste y se resolvió en un mal rechace de Donato

Santiago Segurola

Con la promesa de los grandes tiempos que vendrán, el Madrid vive ahora abandonado a su suerte. Un huérfano, vamos. Le falta el amparo del fútbol y del cariño. El desafecto del presidente Sanz por su equipo es extraordinario y habla mal de su estatura como dirigente. La impresión es que Sanz acude al estadio por obligación, o porque quiere ver a su hijo, o porque le gusta tirar de habano en el palco. Pero el equipo no le interesa desde hace un rato, desde el día que empezó su periplo exhibicionista, un fichaje aquí, otro allá, todo con mucho bombo y con poco sentido institucional. La grandeza se demuestra en los tiempos duros y con los hijos difíciles. Este no es el caso. El presidente, que escurre el bulto con demasiada frecuencia, ha dejado al equipo en el arroyo y con mucho interés en cerrar la temporada antes de tiempo. Demasiado pronto, porque el Madrid tiene todavía la UEFA a la vista, a pesar del desinterés de su clase dirigente, que se subirá al carro si el equipo entra en Europa, como puede suceder después de la victoria frente al Deportivo. Ventajismo y rostro no le falta a esta gente.Cualquiera de los méritos del Madrid en este trecho sólo cabe atribuirse a los jugadores, muchos de los cuales saben que están despedidos o menospreciados. Debe resultar difícil sobreponerse a la sensación de abandono actual y jugar medio bien. Frente al Deportivo, jugó mal, pero tuvo un punto de orgullo y se encontró con un adversario que también está en pésimas condiciones. Al Deportivo le faltó pegada, fútbol y vitalidad. No jugó ni mejor ni peor que el Madrid, pero eso es decir muy poco en estos días.

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El tedio presidió el encuentro. La primera parte dijo poco en favor del Deportivo, que dejó escapar vivo al Madrid. Aunque tenía más criterio y disponía de la pelota con más frecuencia, al Deportivo le faltó energía y llegada. Su fútbol se hizo demasiado espumoso, sin nadie que se personara en el área para advertir a Cañizares. Y eso frente al Madrid, que volvió a dar numerosos síntomas de debilidad: poco orden defensivo, poca gente por delante del balón, ninguna capacidad para sorprender. Y entre tanto, la gente practicaba su juego favorito: disparaba contra Luis Enrique. A falta de fútbol, era una manera de pasar la tarde como cualquier otra.El primer tiempo apenas dejó nada en la memoria. Lo más interesante fue producido por Martín Vázquez, que tuvo una meritoria actuación mientras le duró el gas. El público, que en este estadio es muy obsesivo, también le tiró chinitas, como en los viejos tiempos. Es una pena que se haya reparado tan poco en su altura como jugador. Todavía el pasado año resultó fundamental en la excelente temporada del Madrid, pero nadie se lo dijo. Decididamente hay jugadores que viven estigmatizados, y Martín Vázquez es uno de ellos. Pero futbolista es.

Una vez que el Deportivo gastó en salvas todo su dominio en primer tiempo, había la posibilidad para la recuperación del Madrid. A pesar de su pobre estado, comprendió que su rival no estaba para grandes cosas y que quizá podría engancharse a la victoria en algún arreón. Más o menos es lo que sucedió en la segunda parte, que tuvo un corte más emotivo. Entró Guti y le dió más aire al juego, aunque sin goyerías, que no están los tiempos para lujos. Pero el Madrid tenía más nervio, jugaba más cerca del área del Deportivo y estaba en condiciones de encontrar algún gol. Mientras tanto, el equipo gallego había dimitido.

El Madrid marcó con el primer acelerón. El gol dijo mucho sobre el estado del partido. No llegó por jugada, sino de un error y tuvo como protagonista al menos querido de los madridistas. Así tenía que escribirse la historia del partido. Desde entonces hubo una toma de conciencia general sobre la importancia del encuentro. De repente, la victoria era posible y Europa también. El juego se hizo más impetuoso por los dos lados, aunque la calidad fue escasísima. Pero había corazón.

El Deportivo, que había estado demasiado tiempo en la nevera, intentó arreglar las cosas a última hora. Estuvo tan cerca de conseguir el empate como de admitir el segundo gol. Sin embargo, siempre le faltó contundencia. Desde este lado, su actuación fue decepcionante. En realidad fue un equipo que padece los mismos problemas que el Madrid: está triste y sabe que comienza una nueva etapa. Pero al menos su presidente ha tenido la prudencia de no vocearlo a los cuatro vientos. Es decir no ha dejado. a sus jugadores en el arroyo, como ha hecho Lorenzo Sanz.

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