Silvio Rodríguez monta el estudio de grabación más moderno de Cuba
El objetivo del artista es contribuir a preservar la memoria musical de su país.
El trovador cubano Silvio Rodríguez ha aparcado por un tiempo la guitarra y los unicornios para sumergirse de lleno en las profundidades azules de la técnica digital y los Macintosh. Silvio el poeta se ha convertido en un adicto de la computadorización. El autor de La era está pariendo un corazón habla ahora con igual pasión de alas de colíbríes que de mesas de 36 pistas y de chips, y reconoce que las musas que más le inspiran son los avanzados equipos de la Solid State Logic que ha comprado para el estudio de grabación que acaba de monta en La Habana.
La guitarra se le ha quedado pequeña. Y de pronto Silvio ha descubierto que la perfección de los ordenadores puede ser tan poética y sensual como cualquiera de sus temas. A sus 49 años, Silvio Rodríguez afirma que jamás hubiese imaginado esta historia de amor con la informática cuando en 1969 compuso la canción Ojalá. Fue en el barco Playa Girón, en el que navegó cinco meses junto a rudos marineros. De allí salió con una calavera y una flor tatuadas en la mano derecha -"fue el regalo que me hicieron aquellos hombres de mar"- y con decenas de temas en la cabeza."Quién me hubiera dicho" murmura para sí, "que aquel 'ojalá pase algo que te borre de pronto' se iba a convertir en 'ojalá pase algo que te grabe de pronto". Pero así fue. Hace cinco meses, Silvio inauguró por fin en La Habana el estudio de grabación Ojalá, el más moderno de toda la isla y el único con capacidad de quemar CD. El estudio le costó 100 míllones de pesetas y cinco años de dolores de cabeza y gestiones al más alto nivel, incluida alguna conversación con Fidel Castro.
"La conciencia de mi propia ignorancia es la que me ha llevado a buscar la técnica", asegura. Silvio abre puerta tras puerta de su pequeño estudio, y cinco meses después de haberlo inaugurado aún se le cae la baba al hablar de aquellos equipos de alta tecnología.
'Domínguez'
El primer conejillo de Indias del estudio ha sido el mismo Silvio, quien hace pocos días quemó el primer CD de Ojalá, su disco Domínguez que cierra la trilogía, de trabajos basados en su nombre y apellidos, tras Silvio y Rodríguez. "Domínguez es un trabajo de gran musicalidad, pues ésta me llegó por parte de la familia de mi madre. Está compuesto por 13 temas, y en él hay de todo: una sección dedicada a homenajear a la poesía y a los poetas -especialmente al cubano Luis Rogelio Nogueras-, un tema instrumental -el de los locos-, así como otro inspirado en un pensamiento de José Martí que dice: 'Las verdades esenciales caben en el ala de un colibrí', que es el. que abre el disco".Todas las voces e instrumentos que se escuchan en Domínguez, que saldrá a la venta próximamente, son de Silvio, quien en estos momentos tiene prestado su estudio al músico cubano Edesio Aleisandro. Uno de los temas que ha grabado Alejandro es Hombre cielo, un rap de cinco minutos y medio que canta a dúo con el campeón del mundo de salto de altura, Javier Sotomayor. "Uno de los objetivos de Ojalá es promocionar a la gente joven con talento que no tiene posibilidad de grabar en otro estudio", afirma Silvio.
Su idea es alquilar los estudios a aquellos músicos que lo deseen, y con el dinero obtenido cubrir los gastos de mantenimiento e invertir los beneficios en promocionar la música cubana, a los jóvenes talentos, y también preservar la memoria. musical de su país. "Esto no es una empresa lucrativa personal", sentencia. Sus amigos Luis Eduardo Aute, Chico Boarque y Fito Páez están entre las personas que más le han apoyado y con las que primero le gustaría colaborar en este proyecto que empezó un día en un rabo de nube y acabó en las entrañas digitales y azules de un ordenador.
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