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FÚTBOL: 38ª JORNADA DE LIGA

El Valladolid vuelve a tropezar

El Valladolid volvió ayer a caer en los puestos de descenso directo. Después de la reacción iniciada con el comienzo de la segunda vuelta, los sucesivos empates en su propio estadio han llevado a los hombres de Cantatore a moverse en un círculo vicioso: incapacidad para ganar y miedo a perder. Ayer fue el Zaragoza quien se llevó otro punto de Zorrilla en un partido insufrible, en el que el fútbol fue escamoteado por la merma física que a estas alturas de temporada sufren ambos equipos. Zaragoza y Valladolid quemaron sus naves en 40 minutos empleados en una lucha más física que futbolística y después se dedicaron a hacer ejercicios de querer y no poder para que el rival no fuese consciente de su debilidad. El empate a cero fue un fruto justo pero estéril, tan estéril que al Valladolid le devuelve a la pesadilla de la primera vuelta.El Valladolid salió decidido a ganar el partido desde el primer minuto, harto como está de saldar los compromisos en su propio estadio con míseros empates. Cantatore sacrificó a su habitual quinto defensa en favor de un cuarto centrocampista. Sin embargo, las nuevas ideas del once vallisoletano se ahogaron en la presión que impuso el Zaragoza en el centro del campo. Los maños llevaron el partido a la confrontación física y embaucaron al Valladolid en una guerra de patadas en la que la calidad del trío de ataque visitante llevó siempre las de ganar. César Sánchez se encontraba con más de tres jugadores de frente cada vez que el Zaragoza pisaba el área y la defensa vallisoletana no encontraba los ajustes que requerían convertir una defensa de cinco en una línea de cuatro.

Después de varias ocasiones, con el ánimo del Valladolid más serenado, el Zaragoza comenzó a perder aire. El desparpajo de Dani y Morientes lo ahuyentó una defensa cada vez más rocosa y el Valladolid se pudo ocupar en la tarea de darle otro ritmo al partido.

Pero con el comienzo de la segunda parte, el partido entró en vía muerta. El Valladolid intentó volcarse sobre el área rival, pero había demasiados temores en el campo como para afrontar la tarea de hacer un gol con alegría. Víctor Fernández decidió abusar de los miedos locales y dio entrada a sus extranjeros Rambert y Gustavo López, que ocuparon la mente del Valladolid en lo que quedó de partido.

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