El Olimpia insiste en llamar la atención con montajes callejeros
La compañía Uroc Teatro, en la que trabaja Mario Vedoya, el actor suicida, no ha. renunciado a tomar la puerta del teatro para hacer nuevas representaciones callejeras. Aunque tras el número que montaron el pasado martes - cuando Vedoya se encaramó en el tejado del teatro Olimpia y simuló un intento de suicidio provocando la movilización de los servicios de urgencias de Madrid- el tono de las representaciones ha bajado considerablemente. El objetivo sigue siendo el mismo: que el público acuda a ver La tuerta suerte de Perico Galápago, obra de Jorge Márquez dirigida por Juan Margallo, en la que Vedoya participa como actor junto con José Pedro Carrión y Lita Claver, La Maña. "No es justo lo que nos pasa, porque nuestro espectáculo vale la pena", señala Margallo.La obra narra las desventuras de una familia singular. Hay un padre, paralítico, farsante y desmesurado (Vedoya); una madre, neurótica, fagocitadora y casquivana (Claver), y un hijo con tendencias psicópatas pero una gran capacidad de reflexión (Carrión).
El pasado miércoles, cuando el público se disponía a entrar al teatro, Claver y Carrión acudieron, disfrazados de personajes, a la cola de la taquilla y allí interpretaron a unos padres indignados porque no les dejaban entrar al teatro con un niño. El que se lo impedía era Margallo, que recibió un bolsazo de la supuesta madre, que gritaba: "No me extraña que no dejen pasar a mi niño, porque en este teatro trabaja La Maña, que es una desvergonzada y una ordinaria". Desde ese día las representaciones en plena calle no han cesado.
Ayer por la tarde la acción consistió en ir de compras a un centro comercial cercano al teatro. Allí arrancaron las carcajadas de los clientes. Quien no se lo tomó con tanto humor fue el responsable de seguridad del centro, quien llamó a la policía. Cuando los agentes llegaron, se encontraron con un grupo de mujeres que, en defensa de los cómicos, gritaron: "¡Para una vez que nos lo pasamos bien en esta tienda!".
Entrada cara
Una de las razones que la compañía aduce para que el público no acuda a ver su espectáculo es el precio de la localidad -2.600 pesetas-, que consideran excesivamente caro para un teatro como el Olimpia, situado en la plaza de Lavapiés. Isabel Navarro, directora del Centro Dramático Nacional, del que depende el escenario, acepta que quizá habría abaratar el precio: "Pero, de hecho, cuando nos lo hemos planteado han aparecido otras críticas acusándonos de tratarlo como una sala de clase B". Para Jesús Cimarro, secretario general de la Asociación de Empresarios y Productores Teatrales, el precio del teatro Olimpia es correcto y está ajustado al mercado. "Habría que potenciar de otra manera el Olimpia. Aunque lo cierto es que tanto en los teatros públicos como en los privados el precio de taquilla debería ser flexible según el espectáculo, el local y de la situación del mismo. Y no olvidemos que el Olimpia está fuera de los circuitos".
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