Santos afirma que Estevill "era la cúspide de una mafia judicial y de la abogacía en Cataluña"
Eduardo Santos, ex presidente de Macosa y ex subsecretario de Industria, afirma que Luis Pascual Estevill era la cúspide de una mafia que operaba en Cataluña cuando éste ejercía como juez. "Existía un auténtica mafia que abarcaba el mundo judicial y la abogacía y se dedicaba básicamente a extorsionar a profesionales y empresarios" asegura Santos en declaraciones a EL PAÍS. Santos y otros tres directivos de Macosa han denunciado que pagaron 30 millones a Estevill.
Santos mantiene, desde su residencia en EE UU, que el caso Macosa "fue paradigmático, se trató de un chantaje, de un montaje, desde el principio hasta hace tres semanas". "Todo comenzó", explica, "cuando la Asociación de Defensa del Accionista (ADA) nos chantajeaba pidiendo puestos en el consejo, luego 20 millones de pesetas, y al final 60 millones. Utilizaron a un alemán (Wilfred Lumb) que de manera poco natural pasaba por allí. Fue avalado por ADA, que curiosamente presentó una querella en el juzgado número 26 de Barcelona y que fue admitida al instante por Pascual Estevill. Con toda celeridad se instrumentó un chantaje hasta el final. Ahora los señores de ADA piden 30 millones. Sin embargo, retiran de su demanda a Cofir, mientras que a nosotros nos siguen pidiendo dinero. Todo esto ha sido puesto en conocimiento del juez de la Audiencia Nacional. Un montaje de principio a fin sobre algo que carece de base".Eduardo Santos y su equipo han reconocido que entregaron 30 millones para Pascual Estevill a fin de conseguir que éste se olvidase de ellos. "Yo estaba en Estados Unidos", dice Santos, "pero me consta que primero pidieron 300 millones, luego 100, de los que debíamos pagar 50 millones. Después, por motivos de disponibilidad de. fondos y premura, parece que. se conformó con 30 millones. Da la sensación de que, al final decidieron tomar el dinero y correr antes que seguir esperando y cobrar los 50 millones exigidos".
Santos no aportó nada en ese monto de 30 millones: "Precisamente por eso no se puede hablar de que me mueven deseos de venganza. Quiero dejar muy claro que yo no tenía ninguna necesidad de esperar a la prescripción de ningún cohecho porque no se me puede imputar nada. No pagué ni una peseta. Tuve conocimiento de estos hechos y podría haberlos denunciado al día siguiente. Y así lo hubiera hecho, si de mí dependiera".
El terror judicial
Muchos se preguntan por qué esto no se denunció antes, a lo que Santos argumenta: "Había otras personas honorables que estaban aterrorizadas, en estado de necesidad. Otra persona estaba en la cárcel como rehén. Por no hablar de otras órdenes de prisión que estaban ya casi circulando. Si no lo denuncié antes fue por respeto a esas personas del consejo que estaban siendo sometidas a chantaje y que merecen toda mi consideración".Nicolás Garrido pagó 14 millones y para ello hubo de vender unas acciones; Pedro Nueno dio 4,8 millones e Ignacio García Nieto pagó 17 millones gracias a un préstamo de una sociedad en la que participaba, según declararon al juez Miguel Moreiras. Se pagaron 30 millones -en bolsas de plástico se leía "bon voyage- para que Pascual Estevill dejase! en libertad a Federico Albiñana, exconsejero delegado de Macosa, y revocase el auto de prisión contra Santos. "Así fue, aunque yo creía conocerlo todo del caso, pero Pedro Nueno llegó a sorprenderme cuando sarcásticamente afirmó que el intermediario, Juan Vives, le regaló una corbata al entregarle su aportación a los pagos para Estevill. Una corbata un poco cara".
Sobre los supuestos pagos del Banco Central, Santos matiza: "No hay ninguna duda de que Vives decía que la mitad de los 100 millones que se pedian tenía que pagarla el Banco Central. Ahora bien, si esto era verdad o si era un truco, no lo sé. Entre delincuentes y sinvergüenzas, todo es posible. Si ahora [Alfonso] Escámez [expresidente del Banco Central] dice que no pagó, pues así será. Para mí, Escámez tiene más palabra que Vives".
Santos recuerda la fatídica tarde en que se presentó ante Pascual Estevill con dos talones conformados con la cantidad exacta que Pascual Estevill le iba a imponer de fianza: "Cuando me personé ante el juez, tuve unas ganas inmensas de salir corriendo. Lo único que se me ocurrió decir fue un 'muchas gracias'. Era luna situación de opresión absoluta, de entrar en un sitio en el que no sabía lo que iba a pasar. Pasó exactamente lo que me dijeron. Cuando salí de allí, cogí el coche me fui con mi mujer. No quise saber nada de nadie. Sólo deseábamos salir de ese infierno, de esa tela de araña en la que nos habíamos visto metidos. Desde entonces, lo único que quería es que alguien honesto se encargase finalmente de este asunto".
Sobre el supuesto papel de mediador en los pagos de Juan Vives, Santos explica: "Se debió a- que era una persona bien conocida de alguno de los consejeros de Macosa; habían tenido relaciones profesionales con él. Yo le conocía como consejero de Fecsa, por su trayectoria. Es buen amigo de Piqué Vidal y por eso intervino en el asunto, a propuesta de Piqué y de él mismo". Respecto al papel de Piqué Vidal, Santos afirma: "A mí Piqué Vidal me dijo telefónicamente que podía volver, que no había ningún problema, que todo estaba perfectamente resuelto. Pero no me habló de dinero. En cambio, el señor Vives sí lo hizo".
Sin influencias
A muchos les sorprendió que Santos se viera envuelto en aquello con su supuesta influencia política. "Se me ha atribuido mucha más influencia política de la que. he tenido", añade Santos. "Tuve alguna como subsecretario de Industria, pero no he pertenecido nunca, ni al PSOE, ni a ningún partido. He sido siempre un profesional. Cuando ocurrió lo de Macosa me sentí bastante solo". "Tuve una gran decepción cuando me enteré de que Pascual Estevill había sido promovido a las más altas cotas de la magistratura. Sentí una gran rabia y una gran decepción, no lo puedo ocultar, sobre la miseria de la política", dice Santos.El vocal del Consejo General del Poder Judicial, José Antonio Zarzalejos, manifestó ayer en Albacete que Pascual Estevill debería dimitir.
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