Aznar armará su Gobierno sobre Cascos y Rato, pero duda aun si hacerles vicepresidentes
El Gobierno de José María Aznar se apoyará en dos patas, dos "superministerios", uno poIítico y otro económico, con Francisco Alvarez Cascos y Rodrigo Rato al frente. El presidente del PP, sin embargo, no ha decidido si les, otorgará categoría de vicepresidencias, algo que algunas voces en el partido consideran muy probable. Está por decidir una función relevante, la portavocía del Ejecutivo, con rango de Secretario de Estado, que no ejercerá el ministro de Presidencia. La lista del Gobierno sigue sin cerrar porque Aznar quiere buscar encaje para un andaluz y un catalán.
La quiniela del Gobierno sigue teniendo sólo cuatro fijos, situación que se mantiene desde el XII Congreso, celebrado a finales de enero pasado, cuándo Aznar incorporó a Rato y Jaime Mayor Oreja como nuevos vicesecretarios generales. El primero se hará cargo del "superministerio" de Economía y Hacienda.La vicepresidencia aneja al Ministerio de Economía y Hacienda es una vieja aspiración de Rato, que ya fue planteada sin éxito en el Gobierno de Felipe González por Miguel Boyer, para poder mantener controlados desde el mismo departamento gastos e ingresos. Este objetivo adquiere más peso en función del fuerte ajuste presupuestario requerido para conseguir reducir el déficit y cumplir los requisitos de Maastricht.
Jaime Mayor Oreja es candidato fijo para Interior, del que se separará un, departamento de justicia con atribuciones menguadas. Mayor Oreja, según fuentes del PP, es de los pocos que saben desde hace bastante tiempo el destino que tiene reservado, porque Aznar le ha ido pidiendo trabajos escritos sobre el área. El departamento contará, según el programa electoral, con una fuerte Secretaría de Estado de dirección policial.
También Mariano Rajoy va como fijo en todos los pronósticos del ámbito de la dirección del PP para un departamento de Administraciones Públicas cuyo papel se prevé muy relevante por la necesidad de negociación autonómica casi constante y las reformas que exigirá la puesta en marcha de la Administración única, sobre la que Rajoy es tenido- por un experto o incluso "el único que sabe de lo que estamos hablando".
El hecho de que Álvarez Cascos no esté desde el 4 de marzo en el primer plano de la negociación con los nacionalistas puede inducir al error de que su papel se ha visto reducido o que su perfil no encaja en la nueva situación, exigida por las urnas, de pactos con los nacionalistas.
Más bien al contrario, el secretario general del PP sigue y coordina todos los movimientos del partido, desde su despacho, contiguo al de Aznar, y éste parece convencido de que una presencia relevante de Álvarez Cascos fortalecerá la imagen de un Gobierno dependiente de pactos.
El "superministerio" de Presidencia que ocupará Álvarez Cascos no llevará aparejada la portavocía, como en el caso de Alfredo Pérez Rubalcaba y seguirá más bien el modelo de Fernando Abril Martorell en tiempos de UCD: protagonismo y una especie de escudo parlamentario para el jefe del Ejecutivo.
Sí pasará a tener el control, compartido con Interior, de los delegados del Gobierno en las comunidades autónomas y de los subdelegados, herederos de los gobernadores civiles. Algún dirigente del PP ha señalado también en privado que de Presidencia dependerá el núcleo de coordinación de todos los servicios de información del Estado que Aznar quiere crear para mejorar su eficacia.
Para Asuntos Exteriores sigue bien colocado Abel Matutes, actual portavoz del Grupo Popular en el Parlamento europeo. Representa a Baleares, un feudo tradicional de los populares, donde la situación interna del partido sigue complicada después de la dimisión forzada de Gabriel Cañellas como presidente del Gobierno autónomo y del partido en las islas.
La duda no se ha despejado sobre Rafael Arias Salgado, interlocutor provisional en las últimas semanas de Gustavo Suárez Pertierra y Carlos Westendorp, titulares en funciones de Defensa y Asuntos Exteriores respectivamente. Sin embargo, Aznar sigue queriendo tener cerca al antiguo dirigente del CDS, como lo ha estado desde su incorporación al PP, y busca una fórmula satisfactoria para contar con él en La Moncloa. Si no logra encajarle, podría ocupar Defensa.
Los demás puestos del Ejecutivo siguen en el aire. Aznar baraja combinaciones y agita la coctelera en busca de un resultado que le permita atender distintos criterios, desde la búsqueda de eficacia en la gestión a presencias territoriales equilibradas y rentables para el partido.
La primera tarea de Aznar consistirá, nada más ser investido y publicado su nombramiento en el BOE con la firma del Rey y el presidente del Congreso, Federico Trillo, en sellar con su propia rúbrica el decreto de reforma de la estructura del Gobierno para fusionar ministerios y crear otros nuevos, hasta llegar a los 14 prometidos en la campaña electoral.
Los nuevos ministros, a su vez, serán encargados de preparar y firmar los decretos de reestructuración de sus departamentos. La petición de Aznar será que hagan un verdadero esfuerzo de supresión de direcciones generales, para que desde el primer momento se pueda presentar un balance de reducción de altos cargos y de gastos superfluos.
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