Fin de la pesadilla en Ciudad Juárez
Detenidos ocho individuos como presuntos asesinos y violadores que aterrorizaron a la población
No era uno el psicópata. Ni dos. Ocho eran los dementes de apariencia normal que han mantenido sumida en el horror a Ciudad Juárez, localidad del Estado mexicano de Chihuahua, fronteriza con EE UU. Semana a semana, durante los últimos nueve meses, la siniestra pandilla, de la que formaba parte una mujer, secuestró, violó y asesinó a 17 adolescentes, incluida una niña de 10 años. Algunos de los cadáveres, encontrados en descampados, presentaban mutilaciones. "Es un fenómeno como nunca he visto", declaraba un patólogo vinculado a las investigaciones. La pesadilla ha terminado, dice la policía, aunque cree que aún quedan más víctimas por descubrir.El pasado 8 de abril, los agentes judiciales recibieron otro de los avisos que les habían llevado por la calle de la amargura desde agosto de 1995. Un cadáver más. Otro cuerpo desnudo de una adolescente salvajemente maltratado. El número 17. Su identificación resultó sencilla: se trataba de Rosario García, una joven de 17 años que trabajaba en una fábrica y cuya desaparición había sido denunciada dos meses antes. Llevaba muerta 40 días.
Para entonces, la población estaba en pie de guerra y el Ejército patrullaba los parajes semidesérticos donde se habían encontrado los cuerpos. Todos pertenecían a jóvenes morenas, de pelo largo, delgadas. Todas habían sido sometidas a violaciones múltiples. Al menos la mitad tenía amputado el seno izquierdo. La policía había logrado identificar a ocho de ellas: estudiantes o trabajadoras de Ciudad Juárez que habían salido de copas. Nadie reclamó al resto de las muchachas, posiblemente procedentes de otras partes del país. Nada extraño en esta ciudad, lugar de paso para emigrantes indocumentados.
La policía había seguido sin éxito varias pistas, entre ellas la de un tarado apodado Richy el Violador, que enviaba por correo horrendas descripciones de vejaciones a niñas. Iban ya siete asesinatos cuando, en septiembre, el destino puso en manos de la procuraduría a Abdel Sharif, un acaudalado químico egipcio acusado por una menor de secuestro y violación. Varios testigos declararon haberle visto con tres de las víctimas. Sharif, de 44 años, tenía antecedentes por abusos sexuales en Estados Unidos.
Aunque las pruebas eran endebles, el caso se daba ya por resuelto. La euforia pasó cuando a las pocas semanas de a detención del químico fue hallado otro cuerpo. Y otro y otro hasta completar 17. Sharif decía ser un chivo expiatorio. Los tribunales rechazaron un procesamiento por falta de pruebas. La policía insistía en que el egipcio estaba implicado y que actuó con cómplices. Un hombre solo no podía causar los atroces daños que presentaban las asesinadas.
Y esta vez parece ser que sí, que los detectives tenían razón desde el principio. Sharif, en supuestas confidencias a un compañero de celda, había ido soltando hebras a las que se aferró la policía: algunos apodos, algunos locales ... Varios agentes se infiltraron en las discotecas donde habían sido vistas las víctimas y deshicieron la madeja. En la madrugada del domingo, ocho jóvenes fueron detenidos en una redada de película en locales nocturnos. Todos menores de 30 años, algunos con trabajos más o menos turbios en las propias discotecas, a las que acudían con buenos vehículos.
Como parte de su programa festivo de fin de semana, la única mujer del grupo atraía mediante engaños a adolescentes y las llevaba a domicilios particulares, donde la pandilla las sometía prolongados abusos sexuales. La agonía duraba varios días, antes de estrangularlas o asesinarlas a golpes o navajazos. El químico egipcio, según la policía, participó en los primeros crímenes.
Comienzan ahora las investigaciones sobre el trasfondo de estos seres que han tenido en jaque a toda una ciudad. "La mayoría de los psicópatas no trabaja en grupo, y lo hace de forma más espaciada", comentaba un médico patólogo. "Lo que nos llama la atención es el número tan alto de asesinatos y la frecuencia con que fueron cometidos. Estamos hablando de personas realmente enfermas".
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