La final de las cuentas pendientes
El Barcelona pone el mejor ataque y el Panathinaikos, la mejor defensa
Barcelona y Panathinaikos protagonizan la final de los asuntos pendientes. Hay motivos sobrados para que el perdedor abone un precio excesivo por una derrota deportiva. El Barcelona presenta su cuarta candidatura; en su expediente constan tres dramáticas derrotas. El Panathinaikos juega su primera final, pero no se representa a sí mismo: es el tercer finalista griego que alcanza esta posición de forma consecutiva. Y Grecia demanda una Liga Europea. Y luego está el odio que se profesan Aíto García Reneses y Boza Maljkovic, enemistad que recorre el continente desde hace un lustro y que , ahora, converge en una cita singular donde se han de evitar el saludo pero en la que, inevitablemente, uno creerá haberse ganado el derecho a hablar más alto: la final de París (21.00, La 2 y TV3).La final de París coloca al baloncesto español ante la posibilidad de ser considerado el dominador del momento. El Taugrés se ha hecho con la Recopa, después de jugar dos finales en los últimos dos años, mientras el Barcelona pretende suceder al Joventut y el Madrid en la propiedad del título por excelencia. De ganar, habría que hablar de un principio de hegemonía: desde 1990, sólo una vez no hubo finalista español (1993 , Atenas) y desde 1994, todos los ganadores serían españoles. De ganar el Barça, habría también otra aportación para España: Aíto sería el cuarto entrenador nacional que logra el título, tras Joaquín Hernández (1964), Pedro Ferrándiz (1966, 1967, 1968 y 1974) y Lolo Sainz (1978 y 1980).
El Barcelona llega precedido del amparo estadístico. Ha participado en tres finales y sólo ha perdido en una ocasión (1994) con el Panathinaikos en esta competición en un total de cinco enfrentamientos. Este año cuenta sus batallas con el equipo griego por victonas. Y de sus fracasos europeos es tan responsable Aíto (entrenador en la final de 1990) como Maljkovic (responsable del equipo en la de 1991). Estadísticamente hablando, el Barcelona presenta el mejor ataque de la Liga Europea (84 tantos de promedio) y el Panathinaikos la mejor defensa (71).
Es por esa razón por la que Aíto desprecia los antecedentes ("Aquí partimos todos de cero") y señala dos virtudes del Panathinaikos: su esfuerzo defensivo. y la intimidación de Vrankovic. Aíto cree que el Panathinaikos intentará marcar el ritmo: "Tardarán unos 20 segundos en empezar el ataque, por eso hemos de mantener la tensión defensiva más tiempo del habitual". Y no cree que el Panathinaikos presente sorpresas: "Lo hizo el Madrid porque tiene un estilo más versátil".
A pesar de hacer una leve alusión a Dominique Wilkins, la estrella NBA del conjunto griego, Aíto centró toda su preocupación en Vrankovic: "Ha mejorado su integración y su sentido de la responsabilidad. Ya no se descentra. Intimida y obliga a cambiar la trayectoria de muchos tiros. No estamos acostumbrados este año a jugar contra un hombre tan alto". Aíto se mantuvo en sus trece: no habrá modificaciones; el juego del Barça debe ser equilibrado.
Aíto y Maljkovic: ponen en juego algo más que dos concepciones del juego. Estratégicamente no estamos ante dos técnicos incompatibles, todo lo contrario: su equipos tienen personalidad y derrochan disciplina defensiva. Gustan de administrar los recursos y de utilizar variantes tácticas. Ambos están capacitados para hablar el mismo idioma baloncestístico. Donde no hay compatibilidad es en sus personalidades, demasiado fuertes, demasiado excluyentes. Ese carácter les ha enfrentado hasta tal punto durante el año y medio que convivieron en el Barcelona, que se ha fraguado una pública enemistad que les persigue allá donde se encuentran. Enemistad que termina siendo considerada como un elemento de cada partido. Si se trata de una final, con mayor motivo. Y si hay cuentas pendientes por el camino, habrá que doblar la dosis. Uno de los dos tendrá que responder a muchas impertinencias esta noche.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.