Olor a pólvora
La Liga es un polvorín vertical. Abajo, dispuestos en sucesivas capas inestables, los que lucha por la UEFA se confunden con los que luchan por la vida. Arriba, mientras tanto, el Valencia sueña con atrapar al Barcelona, y el Barcelona, con atrapar al Atlético. Por delante, el Atlético comienza a sonar consigo mismo.Hoy por hoy, sin embargo, las dos grandes figuras del duelo se llaman Cruyff y Antic. Para disfrute de la afición, ambos tienen estilo propio, ambos personifican cabalmente al aspirante y el favorito, y ambos se desdoblarán sin remedio en ganador y perdedor. Ello equivale a decir que, en el vértice de la pirámide, uno y otro se convertirán en los dos personajes inseparables de la odisea del deporte. Serán, inexorablemente, el campeón y el culpable.
Pase lo que pase, Radomir Antic habrá conseguido invertir una vieja tendencia victimista. Nadie podrá negarle que recogió a un moribundo y lo ha convertido en un matón. Por todo. eso, y más allá de las visiones oportunistas del marcador, su mérito será triple: ha impuesto a su equipo una, audacia ofensiva que se le desconocía; ha encajado magistralmente hombres y puestos, y ha conseguido neutralizar el material incendiario que siempre rodeó el banquillo rojiblanco. Visto su trabajo en perspectiva, ya no podrá ser un fracasado.
En la acera contraria, Johan. Cruyff buscaba una coartada y ha encontrado un imperio. Hace tres meses, había agotado el Plan B, ésto es, culpar de todo a los jugadores, y ponía en marcha el Plan C, ésto es, polemizar con José Luis Núñez. Si el viento no cambia, puede ganar la triple corona, lo que a fin de temporada le proclamaría de oficio mejor entrenador de Europa. Las consecuencias de semejante exaltación serán demoledoras: si ahora pide, entonces exigirá; si ahora no hay quien le grite, entonces no habrá quien le tosa, así que una vez más pondrá en posición de firmes al pequeño Napoleón. Al parecer, ya se ha encargado una manga para hacer cortes, un bastón de mariscal y un mariachi que le cante "pero sigo siendo el rey".
A la espera del desenlace, se abre ante nosotros un ardiente debate entre estrategas. En Madrid, Antic deberá simplificar su trabajo y reducirlo al esfuerzo de conseguir que su equipo siga creyendo en sí mismo. En Barcelona, fiel a su escuela jacobina, Johan Cruyff volverá a hacer un familiar ejercicio que siempre distinguió a espías y agitadores: tratará de sembrar el caos en la retaguardia.
La conclusión es ésta: finalmente ellos ganarán la Liga, pero nosotros nos quedaremos con la pasión.
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