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Una comisionista con propietario camuflado

Aún hoy persiste la incógnita acerca de la identidad del propietario final de Aciesa. La sociedad era, en sus orígenes, una filial de Torras y operaba con el nombre de Extor. A principios de los noventa, pasó a la órbita de las empresas de De la Rosa aunque formalmente su principal accionista es la sociedad holandesa Hertili, que entre 1992 y 1993 recibió 1.622 millones de pesetas como beneficios. El representante fiduciario de Hertili es la firma auditora Price Waterhouse y su administrador es Ernesto Coll, familiar directo de Plinio Coll, un gibraltareño que comenzó trabajando en las oficinas de Folchi y acabó instalado en Torras dedicado plenamente a seguir la instrucciones de De la Rosa. A pesar de que sólo De la Rosa poseía en Torras el poder para ordenar el pago de las cuantiosas comisiones cobradas por Aciesa, el financiero ha intentado desvincularse de la sociedad y atribuir su propiedad al abogado Folchi.Aciesa ha protagonizado como intermediaria o comisionista importantes operaciones en Barcelona. En varias de ellas, Aciesa hizo gala de sus privilegiadas relaciones con la Generalitat. Además de su aparición como receptora ficticia de las comisiones en la venta de la sede de Grand Tibidabo a la Generalitat, su rastro se detecta en la compra de un cuartel para los Mossos d'Esquadra.

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Esta operación, en la que la Generalitat pagó 1.700 millones de pesetas, se realizó en junio de 1992. La administración catalana adquirió el inmueble a la sociedad Cidesport, empresa comercializadora de prendas deportivas propiedad de Lorenzo Rosal Bertrán, íntimo amigo de Javier de la Rosa. En la transacción, Aciesa obtuvo 200 millones de pesetas de comisión. En este caso cabe preguntarse también si Aciesa fue la receptora final de esas comisiones o una simple estación de tránsito.

Pero la parte más suculenta de los ingresos de Aciesa provino siempre de las arcas del Grupo Torras. Empresas como Prima, Ebro, Torraspapel o Ercros pagaron su peaje en forma de comisiones. Incluso llegó a participar en 1989 en una operación de acoso sobre la empresa General Azucarera, controlada por el antiguo Banco Central. Aciesa obtuvo su parte en el beneficio de 1.600 millones obtenido tras obligar al Central a recomprar el 13,2% del capital de la azucarera que De la Rosa había adquirido a través de sociedades instrumentales.

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