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El "caso Rott'

La ciudad esta llena de seres que viven al borde del holocausto; pese a su buen corazón. Son muchos, vivaces, de conocido talante callejero, pero ninguno de ellos tiene titulación universitaria (ni siquiera en Periodismo) lo que les resta una gran capacidad operativa. Estas unidades de carbono son completamente analfabetas, no están organizadas y tampoco se les aprecia conciencia de clase. Por no saber, ni saben como se las gasta Jesús Gil. Con estos datos, en fin, queda claro que los citados seres no son humanos. En absoluto. Los llaman animales y a menudo son víctimas de otro tipo de bestias -de una clase más cutre y tocinera- que encuentra en ellos un material idóneo donde recargar su perversión.El caso de los perros es un buen ejemplo. Algunos, muy pocos, tras una plácida existencia, mueren de viejos, dormitando sobre una alfombra o fijando la mirada en el rostro de su amo. Otros, después de ser abandonados, vagan desorientados por las calles, hambrientos, preguntándose cosas que mejor no imaginar. Suelen terminar cazados a lazo, envenenados o atropellados en una carretera de las afueras.

Pero aún caben destinos más atroces. Hay perros que viven encerrados y atados, en corto, e la oscuridad, durante todas las horas del día. Otros acaban en las garras de un laboratorio donde se les atormenta al cobijo de la ciencia y, algunos, simplemente, se esfuman. Hay un cierto misterio en todo esto. No se sabe bien cómo terminan: si comidos, si empleados como sementales, si sacrificados en rituales oscuros. No obstante, una pequeña parte de las desapariciones sí tienen explicación. Los perros son ojeados, secuestrados, introducidos a la fuerza en una camioneta y facturados con destino a los circuitos de las peleas organizadas. La cosa suena a Don King, Las Vegas y todo eso, pero en realidad significa una bajada a los infiernos.

Víctima de este negocio fue el amigo Rott, raptado en una perrera de Leganés por una banda que se dedica a tales maniobras. Rott es un ejemplar importante, campeón de España de, ataque y subcampeón de trabajo, sic, y también bastante famoso por sus apariciones en el cine y en la televisión. Quizá por ello, la noticia de su liberación haya servido para sacar a la luz una práctica que- de otro modo seguiría permaneciendo casi oculta.

Las peleas se desarrollan en locales cerrados, sótanos y bodegas, por lo general, donde se instala un pequeño cuadrilátero con cuerdas y tablones. Dentro de este mundo, existen personajes que manejan el asunto con exquisita pulcritud científica. En la mayoría de los casos, los perros secuestrados sólo se utilizan como sparrings y no participan directamente en la lucha. Suelen morir a las pocas semanas, a manos de sus colegas profesionales. Estos sí reciben un entrenamiento en toda regla. A veces, son sometidos durante varios días a un ayuno absoluto para poner a prueba su punto de agresividad. Ojo: el experimento no ha de hacerse a lo loco, sino con precaución, ya que un desliz puede malograr al luchador de modo irreversible. Ciertos, promotores, por el contrario, prefieren emplear artes psicológicamente menos perfiladas. Alimentan a los perros con carne fresca de otros perros para acostumbrarles al sabor y luego, como bebida, les dan a probar su sangre. Algunos avanzados, incluso, emplean los electrodos minutos antes de las peleas; sin chamuscar al protagonista, desde luego, pero excitando su mala leche a un nivel difícilmente superable por sus rivales. Suelen morir, de un infarto, tras la tercera o cuarta sesión.

Y como cabría esperar, los espectadores y apostantes que acuden a estas ceremonias no son tipos con pendientes u otros degenerados al uso. Al parecer, son sujetos normales, de toda especie, espíritu, calaña y condición. De todas las edades, de todas las tallas y de todos los sexos. Y existen desde siempre.

Rott fue liberado el viernes pasado por la policía. Apareció con heridas en el cuello, en las orejas y en el lomo, y según declaraciones de su amo "estaba triste, apagado, como si le hubieran encerrado en una caja". Lo entendemos, Rott, y te pedimos disculpas en nombre de nuestra raza. Que no sea nada lo del ojo.

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