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La 2 recuerda a los gemelos Stuart, uno blanco y otro negro

Un error en los laboratorios de la sección de fecundación asistida del Hospital Universitario de Utrech (Holanda) originó algo tan insólito como el nacimiento, el 1 de diciembre de 1993, de dos bebés gemelos, uno blanco y otro negro. La comunidad médica cerró filas y negó lo que era evidente; incluso hizo pensar a la madre si no veía visiones. Pero los bebés crecían y cada día que pasada uno (Teun) era más rubio y más blanco y el otro (Koan) más negro y con mayor profusión de rizos sobre su cabeza. Al final, la prueba del ADN decidió: los gemelos eran hijos de la misma madre pero de distinto padre. Documentos TV repasa esta noche (23. 10, La 2) la pesadilla que vivió el matrimonio Stuart.Cuando Wilma (33 años) y Willem (40) estaban sentados en la sala de espera del laboratorio para someterse a un tratamiento de fecundación in vitro que pusiera fin a su esterilidad, la mujer miró de reojo a la pareja de color que tenían sentados al lado y tuvo una intuición. "Anda que si se equivocan", asegura Wilma que pensó. Después, tras la noticia feliz de que había quedado embarazada al primer intento, Wilma Stuart cuenta que siguió teniendo premoniciones durante la gestación. "No sé por qué pero pensé varias veces en un error con la pareja que vimos en el hospital". En el alumbramiento, la madre fue la primera en darse cuenta de que algo no encajaba y avisó a la enfermera. "Está un poco amarillo", le contestaron, y sometieron al bebé Koan a una prueba de bilirrubina que, logicamente, dio negativo. El niño estaba sano, sólo que era negro. Esto fue negado una y otra vez por todos los médicos a los el matrimonio acudió. Les decían que tal vez había habido algún desliz en la vida matrimonial de sus antepasados.

Cuando el ADN dio su veredicto, en el hospital de Utrech no tuvieron más remedio que aceptar la equivocación. Un directivo admitió que la persona que mezcló el semen y los óvulos de la pareja de color pudo "por una llamada telefónica u otra distracción similar" no tirar la probeta y usarla de nuevo en la mezcla de los Stuart. "Desde entonces hemos perdido la confianza ciega que teníamos en el proceso. Ahora vemos las cosas de otro color", dice el médico, sin segundas intenciones.

El matrimonio se traumatizó con la situación, sobre todo ante la avalancha de cámaras y periodistas. Incluso fueron a un psicoterapeuta. Y hubo en el pueblo quien chismorreó. "Cuando vamos a un restaurante con los niños nos miran raro", se lamenta Willem Stuart. Pero los gemelos crecen sanos y muy guapos, ajenos a los problemas que, ya de mayor, Koan pueda tener con respecto a la identidad de su padre biológico. La abuela, tal vez la más sabia de todos los que aparecen en el documental, dice: "Que tontería de polémica. Son preciosos los dos; ambos son mis nietos. ¿que importancia tiene lo demás?".

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