Fin de un asedio
CON LA entrega del barrio de Grbavica concluye esta semana la retirada de las fuerzas serbias de las zonas de Sarajevo ocupadas por ellas desde principios de la guerra, en 1992, y que se comprometieron a abandonar en el acuerdo de paz de Dayton. Las autoridades serbias han cumplido esta condición, aunque lo hicieran practicando una política de tierra calcinada y dejando gran parte de los barrios incendiados y arrasados. Con la entrega, hace unos días, de los barrios de llijas e llidza, Sarajevo tiene ya conexión terrestre con los territorios controlados por el Gobierno bosnio, de mayoría musulmana. Queda así levantado de hecho el cerco serbio sobre la ciudad, que comenzó hace casi cuatro años, a principios de abril de 1992.Atrás quedan miles de muertos y heridos. Y el resultado es una sociedad militarizada, ríos de odio y una otrora bellísima ciudad en ruinas. Ha sido un asedio casi medieval, en el que el bombardeo sistemático de objetivos civiles ha producido imágenes de horror que han indignado a todo el mundo.
Tras los acuerdos de Dayton, todos los contendientes han sabido entender que Estados Unidos estaba dispuesto a dirigir una aún mayor intervención que la habida durante los bombardeos de la OTAN que llevaron a los serbios a la mesa de negociaciones. El levantamiento del asedio es un éxito de los acuerdos de Dayton y, ante todo, de la decisión de Washington de poner fin a tres años de falta de resolución occidental ante la tragedia bosnia. Y es una prueba de que la fuerza era la única forma de hacer entender a los serbios que el mundo no iba a seguir tolerando las matanzas cotidianas.
El fin del asedio coincide con la conferencia de Ankara, auspiciada por Estados Unidos para organizar el rearme del Gobierno bosnio. Los europeos han ignorado prácticamente esta reunión, en la que Washington pretende estudiar el fortalecimiento militar de los bosnios para establecer algo más cercano a un equilibrio militar entre éstos, Serbia y Croacia. Todos los países que han desplazado tropas a la región comienzan a mostrar su impaciencia por empezar cuanto antes su retirada. España ya ha anunciado una, reducción de su presencia para este verano.
Para cuando la retirada sea general, Washington quiere que el Gobierno bosnio cuente con un potencial militar suficiente para disuadir a los vecinos de cualquier nueva aventura militar. Para ello, Estados Unidos parece no poder contar más que con algunos países islámicos dispuestos a financiar y organizar dicho rearme. Los aliados europeos no han ocultado sus reservas y siguen abogando por una paz que estaría más basada en la buena voluntad de Serbia y Croacia que en la capacidad de autodefensa de los bosnios. No parece ser la actitud más consecuente con las experiencias de los pasados cuatro años. Pero es además una prueba más de la falta de sintonía transatlántica en materia de defensa y seguridad.Y muy probablemente, una demostración de muy mala memoria por parte de los europeos occidentales, cuya seguridad estuvo durante medio siglo definida por la disuasión armada.
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