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Desguace en las ondas

La primera antena de TVE, que se desmonta en el paseo de La Habana, se venderá como chatarra

El paseo de La Habana cambia de fisonomía y la pequeña historia de la televisión pierde un testigo. Desde el pasado jueves, una decena de operarios desmonta la antena de casi 80 metros instalada en la cubierta de la primera sede de Televisión Española (TVE). El emisor, que distribuyó las primeras señales catódicas hace casi cuarenta años, muere con más pena que gloria. Su destino no será un museo. "Se venderá como chatarra", afirman en Retevisión, el organismo público que transporta las señales de televisión y radio, tanto públicas como privadas.A pie de obra, José Luis Rojas da más detalles. Dirige, para la empresa Recupapel, la retirada de los hierros. "Se almacenarán en Leganés hasta que se vendan para fundición", señala. El hombre, que muestra ya troceado el remate de la antena -un mástil de ocho metros-, no esperaba tanta expectación. Ante el edificio, una placa lo explica: "Televisión Española inició desde este lugar la emisión diaria de sus programas el 28 de octubre de 1956".

La antena que se desmonta ahora es la que permitió ver por primera vez el milagro de la televisión, un ingenio al que se llegó a dedicar una tonadilla esperanzada, en voz de Lolita Garrido: "La televisión, pronto llegará. Yo te cantaré y tú me verás".

Y llegó. En el paseo de La Habana, 75, se instaló la sede del invento catódico. Tras un periodo de pruebas se inauguró de forma oficial con la retransmisión de una misa, varios discursos oficiales y una actuación de coros y danzas.

Casi cuatro décadas y muchos concursos después de aquello, el emisor ya no es competitivo. De hecho, permanecía mudo desde febrero de 1984. El centro de la Bola del Mundo, a partir de 1959, y el Pirulí, desde 1982, le fueron quitando el trabajo. El veterano armazón se quedó en un esqueleto pesado e inútil. "Además afeaba el paisaje", justifican en Retevisión.

La posibilidad de conservar un recuerdo de la histórica antena no se les ha pasado por la cabeza. En el edificio de tres plantas del paseo de La Habana, donde ahora tiene su sede el Consejo de Administración del Ente Público RTVE, una imponente grúa llama la atención de los viandantes. Antonio León la maneja con mimo. Ya ha hecho "lo más difícil", el desmontaje de los primeros 35 metros. Su tarea requiere "paciencia y no padecer del estómago". "Es que esto te pone de los nervios", aclara.

Con el enorme brazo mecánico, Antonio baja los trozos de plataforma. Los operarios, encaramados a más de treinta metros sobre el suelo, los cortan con una sierra radial. "El trabajo es complicado no sólo por la altura, sino también por la falta de espacio", señala Manuel García Domínguez, ingeniero que supervisa la tarea. Junto a la acera, otros empleados despiezan aún más la chatarra antes de cargarla rumbo a Leganés.

Las 40 toneladas de hierro que llevaron el blanco y negro a millones de hogares dicen adiós. En el mercado, cada kilo se cotizará a 12 pesetas. El precio no incluye el recuerdo de las peroratas de Jesús Álvarez o Matías Prats: saltaron al éter gracias a lo que ya es un amasijo de metal.

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