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La policía española logra entregar a tiempo los papeles para encarcelar al asesino del imam

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Saad Slamti, presunto autor en 1990 del asesinato del imam de la mezquita de Madrid y del supervisor marroquí de la enseñanza de árabe en España, ingresó ayer en una prisión parisina. La documentación que la policía necesitaba para no tener que liberarle por segunda vez -lo hizo el 18 de julio de 1995 cuando España, por un error burocrático, no tramitó la extradición- fue remitida in extremis por las autoridades españolas. A las seis de la tarde del jueves un funcionario de la Embajada de España entregó en el Quai d'Orsay las órdenes judiciales que en París habían esperado durante más de nueve meses. La demanda de extradición está ya aprobada por el Consejo de Ministros y cursada a Francia, por lo que el traslado del integrista a Madrid es cuestión de semanas.

Tras matar a hachazos el 22 de octubre de 1990 en Madrid al imam de la mezquita y al supervisor de la enseñanza árabe en España, a quienes consideraba espías marroquíes, el integrista se escabulló de la policía madrileña. Cruzó clandestinamente la frontera con Francia, cambió de identidad y, haciéndose pasar por sociólogo, recibió permiso de residencia. A más de una persona le contó su crimen. Así vivió hasta que en junio de 1995 los gendarmes franceses, tras una denuncia, le detuvieron.El Gobierno francés informó a España de la detención El Juzgado de Instrucción número 26 de Madrid solicitó la extradición. Tras un peloteo de papeles, la solicitud entró en el Ministerio de Justicia el 13 de julio. Pero el departamento gubernamental, que alega falta de tiempo, no tramitó entonces la solicitud. De este hecho no fueron informados ni el juzgado ni el Tribunal Superior de Justicia. Slamti, al cumplirse los 40 días preceptivos, quedó en libertad en Francia el 18 de julio. En los meses siguientes ninguna autoridad española movió un dedo para detenerle. Finalmente, una investigación de EL PAÍS destapó el asunto y el 8 de marzo pasado, dos días después de la noticia, el Consejo de Ministros aprobó la extradición.

Pese a ello, el jueves por la noche la policía francesa temía que Slamti volviera a escaparse por un resquicio burocrático. Le habían detenido a las 11.30, pero no tenían otro soporte legal que el fichero informático europeo establecido por el acuerdo de Schengen: si en 24 horas no llegaba una orden formal española, el marroquí debía quedar en libertad.

El recuerdo del pasado verano, cuando sí llegó la orden de detención pero no la demanda de extradición y sólo pudieron retener a Slamti durante el plazo máximo de 40 días, pesaba en la memoria de los policías encargados del caso.

Prisas de última hora

Cuando en comisaría empezaban a desesperarse, la documentación española llegaba a las manos de las autoridades francesas. El mismo jueves, al volver a ser detenido Slamti, el Ministerio de Justicia envió por fax toda la documentación necesaria a Francia -los originales llegaron ayer por valija diplomática-. Un comisario de policía español, oficial de enlace en Francia y adscrito a la Embajada española, la entregó en mano en el Quai d'Orsay, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, a las 18 horas.Desde allí siguió todo el circuito administrativo para llegar a la Prefectura. A las 7 de la mañana de ayer se supo en comisaría que esta vez Slami, integrista de 30 años, no se beneficiaría de un nuevo error burocrático. "Todo parece estar en regla", declaró un policía. Poco antes de mediodía pasó a disposición del juez, quien ordenó su ingreso en prisión a la espera de su extradición. Según el Ministerio, el caso Slamti está ahora en manos francesas. Un portavoz de la policía española declaró: "Confiamos en que sea extraditado".

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Slamti ya sabía que su libertad era provisional.Cuando salió de prisión el año pasado, la policía y su propio abogado le habían advertido que en cuanto llegara una orden española sería detenido nuevamente.

Como pasaban los meses, el marroquí llegó a convencerse de que nadie volvería a molestarle.

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