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Tribuna:Pactos y gobernabilidad
Tribuna
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Tareas de la oposición

El que Felipe González no deba -no debe- ser el presidente del nuevo Gobierno de España no deriva de la matemática constitucional. Por el contrario, la norma, en el caso de que el candidato del partido más votado no alcanzara la mayoría relativa, exigiría que intentara conseguirla el candidato del siguiente partido. El problema constucional sería idéntico para ambos posibles candidatos: pactar con otros partidos, para ganar la votación de investidura. La pregunta sería: ¿cuál de los dos candidatos tiene más posibilidades?El PP no tiene aliados a su derecha (acaso un voto de Unión Valenciana), mientras que el PSOE tiene una banda abierta, aunque incierta, en la izquierda (Izquierda Unida) y en su nacionalismo (Bloque Gallego, Esquerra Republicana, y acaso EA), para quienes podría funcionar la teoría del mal menor. Pero, sobre todo, el nacionalismo español agresivo desplegado por el PP, no sólo en campaña, lo distancia más del PNV y de CiU de lo que éstos están de los socialistas. (Concedamos que los canarios estén equidistantes). Son otros los Motivos políticos que hacen inviable la opción del líder socialista: las elecciones han sido planteadas por todos, incluso por los socialistas, con un objetivo plebiscitario para éstos, aunque no tanto para los que pretenden relevarles. Hasta tal punto que la voluntad de cambio, tras el resultado de las elecciones, es mayor entre los socialistas que entre algunos de sus posibles aliados. Los socialistas están ya en la oposición y es preciso que ésta tenga que expresarse contra los que gobiernen.

Hay que distinguir entre dos responsabilidades exigibles a los políticos: la de hacer funcionar correctamente el sistema constitucional y la que tienen frente a los problemas generales de España. La primera no es independiente de la segunda, sino que está incluida en ella; pero, tras unas elecciones, y sin Gobierno constituido, adquiere autonomía, hasta el punto de que no se puede pensar en los problemas generales sin reflexionar que uno de ellos es asegurar que el sistema constitucional de partidos funcione correctamente. La responsabilidad constitucional, ligada al correcto funciona miento del sistema de partidos, exige que no hagamos. perder sentido a la función de éstos. Sería irresponsable que a los socialistas se les exigiera que no fueran gobierno, y que no fueran oposición. Hay serios problemas para España, frente a los que todos los partidos tienen que sentirse responsables. Pero unos de ellos es que la confrontación entre Gobierno y oposición sea clara. Podríamos resumir los problemas frente a los que la oposición tendrá que definir su línea: la afirmación de las libertades y de la democracia frente al incremento del autoritarismo y de la intolerancia (Código Penal, control democrático del órgano de gobierno de los jueces, política progresista de solidaridad internacional, derechos de la mujer, de las minorías); posición integradora en la construcción del Estado de las autonomías y de solidaridad y cooperación entre los específico y lo común de los pueblos de España; mantenimiento del Estado de bienestar y defensa de la intervención del Estado como corrector de desigualdades; reconocimiento de la necesidad de convergencia en Europa, ante al neoarbitrismo de los euroescépticos.

Para entrar en estos problemas, y para no perder un tiempo necesario y precioso, es preciso que se forme un Gobierno lo más pronto posible. ¿Son capaces de hacerlo los que han colocado al PSOE en la oposición? La solución dependerá, en primer lugar, de la flexibilidad y capacidad de rectificación del PP. Pero también de los demás y, en particular, de CiU. Pueden distinguirse, en todo caso, dos tipos de pactos: los necesarios para que el Gobierno se forme y los precisos para que el Gobierno funcione. Con el panorama que ha surgido de las elecciones, si el primero es difícil, el segundo lo es mucho más. No es fácil que puedan llegar a un acuerdo partidos tan distanciados sobre una buena parte de los temas antes expuestos, ni siquiera para permitir la formación del Gobierno. En todo caso habrá de ser constituyéndole al partido gobernante en algo así como una minoría, aunque mayoritaria, vigilada; si ni siquiera se llega a eso, también habrá que evitar la repetición de las elecciones y como alternativa se presentaría algo así como un Gobierno de gestión, por los plazos limitados necesarios para encauzar el proceso europeo. En todo caso, lo que parece más difícil de entender, dadas la diferencias políticas, es que se pueda mantener el segundo pacto, el de gobernación, a lo largo de la legislatura. La posibilidad de que un partido que tiene tantas diferencias con respecto a los demás en su modelo del Estado de bienestar, en el del Estado autonómico y en el del Estado de las libertades, pueda conseguir apoyos estables, es difícilmente imaginable. Con una u otra estrategia, el Gobierno será corto.José Ramón Reclade es catedrático del ESTE de San Sebastián.

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