Los nacionalistas catalanes se dan tiempo para que Aznar "mueva ficha" si quiere su apoyo
La dirección de Convergéncia Democrática (CDC) ha decidido abrir un compás de espera antes de decidir su posición definitiva en el voto de investidura de José María Aznar, a ver si el Partido Popular "mueve ficha". La gran mayoría del comité ejecutivo de CDC se manifiesta rotundamente en contra de facilitar con su voto la investidura, pero Jordi Pujol y otros dirigentes quieren compaginar esta actitud con garantías de estabilidad para evitar unas nuevas elecciones inmediatas. "Lo único que ha cambiado es que llevamos 24 horas sin que el PP nos critique" señaló Pere Esteve, secretario general de CDC.
Los nacionalistas confían en que el PSOE cambiará de actitud y en la segunda votación de investidura facilitará con la abstención o con la ausencia de un número suficiente de diputados que Aznar pueda gobernar. El secretario general de CDC, Pere Esteve, argumentó ayer que CiU no es la única fuerza parlamentaria que debe demostrar su responsabilidad ante la complicada situación política surgida de las elecciones del domingo.Antes que los nacionalistas, arguyó, tienen más responsabilidad, y por este orden, el Partido Popular, el PSOE e Izquierda Unida. En CiU consideran que el partido socialista debería ser el primer interesado en que Aznar gobierne, "pierda la virginidad: y se queme al frente de un Gobierno minoritario.
Durante la reunión que celebró en la noche del lunes el comité ejecutivo de CDC, fueron una verdadera marea las opiniones partidarias de que al PP ni agua. Pujol se mostró a favor de no precipitar las decisiones y defendió la necesidad de compaginar la posición contraria al voto afirmativo con la necesidad de facilitar la gobernabilidad que precisa el país con el fin de evitar la convocatoria de nuevas elecciones si Aznar o ningún otro candidato obtienen la investidura como presidente del Gobierno.
Cita con Rodrigo Rato
Asistentes a esta reunión señalaron que la intervención de Pujol sólo fue un contrapunto a las intervenciones más radicales de la mayoría de los miembros del comité ejecutivo. Pujol contó, entre otros, con los apoyos de Miquel Roca y de Maciá Alavedra para proponer dejar la decisión sobre la mesa y no precipitarse, porque ni había urgencia para tomar un acuerdo ni el PP les ha hecho llegar ninguna propuesta. Joaquim Molins se entrevistará esta noche o mañana a más tardar con Rodrigo Rato, del PP, para conocer las propuestas del partido de Aznar.Molins es partidario de la línea dura con el Partido Popular. Durante la reunión del ejecutivo argumentó, según varias versiones, que durante la campaña electoral se había comprometido públicamente a no apoyar la investidura de Aznar, que lo hizo con el consentimiento expreso de Pujol y que estaba dispuesto a mantener ese compromiso.
Los nacionalistas reclaman del Partido Popular, esencialmente, que reconozca que España es un Estado plurinacional y que Cataluña es una nación que necesita un tratamiento diferenciado de las regiones. Un dirigente de la coalición nacionalista consideró anoche, a título personal, que bastaría con que Aznar reconociera que había cometido errores haciendo de oposición al partido socialista, por falta de sentido de Estado y por no haber entendido la realidad plural de España, excusándose en que en el mismo error había incurrido el PSOE en el pasado, pero que ahora que va a asumir una responsabilidad nueva pedía la colaboración de los nacionalistas por el interés general. La duda es que esta rectificación llegue a tiempo y sea comprendida por las bases y el electorado del PP y de la coalición nacionalista.
Pere Esteve, secretario general de CDC, se las vio y se las deseó para explicar a los periodistas, de forma nítida, la posición de su partido. "Nada ha cambiado en nuestras relaciones con el PP", señaló. Lo único que ha cambiado, matizó, es que en las últimas 24 horas el PP "ha dejado de atacar" a CiU. "Cuando les advertimos [a los populares] que sus ataques a CiU eran irresponsables ya pensábamos en lo que ahora está sucediendo, que algunas cuestiones son casi irresolubles".
Esteve agregó que el PP no podía contar hoy, en función de lo que ha sucedido en los dos años últimos, con el apoyo de los nacionalistas. ¿Es negociable su posición ante el voto de investidura?, se le preguntó. "Nuestra posición es conocida. Lo que es evidente es que cualquier novedad sólo puede venir del PP, que es quien debe mover ficha", contestó.
Ante la disyuntiva de qué era prioritario, si el compromiso con el electorado y con el programa electoral o evitar elecciones anticipadas, el secretario general de CDC señaló sin dudar que la prioridad era cumplir con los compromisos electorales.
Aluvión de llamadas a CiU para que no apoye al PP
Los teléfonos de las sedes de Convergéncia y de Unió están al borde del colapso. Centenares, de llamadas de militantes y votantes reclaman que no se apoye en ningún caso al Partido Popular. En las emisoras de radio catalanas que abren sus micrófonos al público son alud las intervenciones en el mismo sentido. Algunos amenazan con no volver a votar a la coalición si se apoya a Aznar. Los personajes públicos de uno y otro partido reciben llamadas de amigos y conocidos o son interpelados en la calle en el mismo sentido. También hay llamadas de partidarios de que CiU garantice la gobernabilidad, pero son las menos.Hay otras -pero esta vez a los teléfonos directos de los principales líderes de la coalición- de empresarios, banqueros y dirigentes patronales que reclaman, aunque siempre de forma educada, según precisa uno de los receptores de tales requerimientos, que CiU sea responsable y no conduzca al país a la ingobernabilidad. La economía y los compromisos de convergencia europea son argumentos que pesan en Jordi Pujol y Josep Antoni Duran Lleida.
También abundan las llamadas entre dirigentes del PP y de CiU, y entre éstos y líderes del PSOE, aunque no está claro que Aznar y Pujol lograran hablar el lunes después de buscarse mutuamente como el ratón y el gato.
Las patronales Fomento del Trabajo Nacional y Pimec hicieron llamamientos a la responsabilidad de los partidos para que ahorren al país una repetición de las elecciones.
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