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Tribuna
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El jamón

Tanta es la suspicacia electoral que un cuerpo de paranoicos inquisidores va buscando traidores y paniaguados por las ingles del poder o de su alternativa, como si de perseguir ladilias se tratara. Ahí queda el jamón de Antonio Banderas, intervenido por el poder paranoico hasta que se demuestre que es jamón de cerdo céntrico, centrista y centrado. Ahí Rafael Alberti, fotografiado al parecer en un momento torpe, que no cortés. Ahí Josep Maria Benet i Jornet, el dramaturgo catalán que pronunció unas palabras de agradecidas consideraciones en el acto de entrega de los Premios Nacionales patrocinados, sí, por el Ministerio de Cultura, pero elegidos los gana dores por jurados laicos. Benet i Jornet manifestó temer que en el futuro se produzca una regresión cultural y elogió el esfuerzo del Ministerio de Cultura desde 1982 para que prosperaran las Artes, las Ciencias y las Letras. Yo, también premiado, no habría hecho el mismo discurso, pero Benet i Jornet habló desde su libérrima decisión y situación de escritor que se lo debe casi todo a sí mismo y creo que nada al PSOE. No en balde declaró a continuación de su desahogo que nunca ha votado al partido socialista. Insuficiente proclama. Hay quien le ha calificado de paniaguado, cuando simplemente Benet expresaba el extendido temor a los bárbaros, ahora acampados a las puertas de Roma auscultando sondeos propicios y oliendo a jamón, jamón, jamón.

Aconsejo a Benet, compañero de añada, barrio y pimpón, que no tema a los bárbaros por venir, sino a los que ya están en la ciudad exigiendo pureza de sangre a naturalezas vivas o muertas. Una semana de paciencia y recuperarán congénita inocencia las fotografías, los premios, los jamones e incluso los chorizos.

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