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Chirac ordena la fusión de Aérospatiale y Dassault en un gran grupo aeronáutico

Enric González

Jacques Chirac ha decidido dar un vuelco al sistema defensivo francés. El proyecto de profesionalización y reducción a la mitad de los efectivos militares, que el presidente hará público hoy, tuvo ayer un prólogo con el anuncio de la fusión de Aérospatiale y Dassault. Los dos grandes constructores de aviones, uno público y otro privado, tendrán que fundirse en un solo grupo porque así lo exige "el interés nacional", en palabras del primer ministro, Alain Juppé. La unión supondrá la formación de una empresa valorada en 1,5 billones de pesetas. Al mismo tiempo, Juppé anunció la privatización de Thomson, puntal francés de la industria electrónica de uso militar.

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Aérospatiale y Dassault constituyeron ayer mismo un comité conjunto, con la misión de estudiar cómo fundir en una sola dos empresas muy diferentes. La disparidad esconde, sin embargo, importantes sinergias y complementariedades. Aérospatiale es un gigante de propiedad pública, con una facturación anual de 50.000 millones de francos (1,2 billones de pesetas), 38.000 empleados, pérdidas superiores a los 12.000 millones de pesetas en 1994 y un endeudamiento cercano a los 150.000 millones de pesetas, especializado en la construcción de aviones civiles (Airbus), helicópteros, misiles y satélites. Dassault es una empresa privada y bien gestionada, dirigida por la familia Dassault incluso en el periodo en que fue nacionalizada por François Mitterrand (1982-1986), con una facturación de 11.600 millones de francos (290.000 millones de pesetas), 12.000 empleados, ninguna deuda, más de 100.000 millones de pesetas en tesorería y unos beneficios, superiores a los 3.000 millones de pesetas en 1995.Podría parecer que la decisión de Chirac consiste en la incautación de una empresa privada rica y ágil, en beneficio de un monstruo público en dificultades. Pero el asunto es más complejo. Aérospatiale dispone de la tecnología y la capacidad industrial para ser el centro de la industria aeronáutica europea si alcanza el tamaño necesario para competir con las estadounidenses en los segmentos civil y militar. Dassault, por el contrario, se encuentra en dificultades estratégicas: su último producto, el avión de combate Rafale, sustituto de la exitosa dinastía Mirage, no ha entusiasmado a los mandos militares franceses y su comercialización se ve amenazada por el recorte en los presupuestos de Defensa.

La familia Dassault posee un 49% de Dassault Aviation, pero el Estado francés cuenta aún con un 45%. Normalmente, según las primeras estimaciones efectuadas por los especialistas bursátiles, la sociedad resultante de la fusión debería mantenerse dentro del sector público. Los Dassault tienen dos opciones: o vender a muy buen precio (las acciones en Bolsa subieron ayer un 5%), cosa muy improbable dada la larga tradición aeronáutica de la familia, o convertirse en los principales accionistas privados del nuevo grupo.

Chirac es un viejo amigo de los Dassault. Marcel Dassault, padre de Serge Dassault, actual jefe de la familia, proporcionó dinero y protección a los Chirac durante la ocupación alemana. Serge, a su vez, ha aportado ayuda financiera en varias campañas electorales de Jacques Chirac, manteniendo a la vez contactos con la extrema derecha de Jean Marie Le Pen. El presidente confía en los lazos de amistad para tutelar las negociaciones entre los Dassault y Aéroespatiale, que un factor adicional tenderá a complicar: Chirac quiere que las dos sociedades contacten con el grupo alemán Daimler Benz para dar una dimensión europea a la fusión.

Dimisión en Thomson

La tercera pieza dentro de la gran reconversión de la industria de defensa, Thomson, tuvo ayer una jornada más traumática que Dassault y Aéroespatiale. El anuncio gubernamental de privatización provocó la dimisión del presidente de la compañía, Alain Gomez, quien había conseguido sacar a Thomson de los números rojos. Inmediatamente fue nombrado un nuevo presidente, Marcel Roulet, con la misión de diseñar una estrategia de privatización en la que se deberá optar por la venta en Bolsa o la venta de paquetes a grandes socios previamente elegidos. El Estado posee un 76% de las acciones, frente a un 20% de France Telecom y un 4% restante distribuido entre distintas entidades financieras. Se ignora aún la cantidad de acciones que el Estado pondrá a la venta.

Con casi 100.000 empleados y una facturación anual cercana a los 700.000 millones de pesetas, Thomson obtuvo un beneficio cercano a los 8.700 millones de pesetas en 1995. Sus tres divisiones se dedican a la electrónica de usos militares (la actividad más importante de la firma), electrónica profesional y electrónica de consumo. Posee además importantes participaciones industriales y bancarias, como el 18,9% de Crédit Lyonnais.

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