El Atlético se exihe en Valencia
El equipo de Antic gana con enorme autoridad en Mestalla
Sobre la vulnerabilidad del Atlético no hay noticias en Mestalla. Dos veces pasó por este campo en la presente campaña y lo hizo de manera arrolladora. Ayer, en una primera parte pletórica encajó dos goles y no marcó ninguno. Tras el descanso, cambió el juego por la eficacia y sentenció la eliminatoria. Plasmó de manera natural la superioridad de su juego. El Valencia notó en demasía la ausencia de Otero (Ferreria hizo agua por todos los flancos) y evidenció una vez más su dependencia de Mijatovic, ayer inédito. En una noche de perros (frío intenso y viento racheado), el partido se inició de manera diabólica. El ciclón atlético se aprestó a pasar por Mestalla desde el despertar mismo del encuentro. Dispuesto a no dejar ni rastro a su paso. En el minuto dos ya había provocado un penalti, en el tres Penev tiraba cruzado y en el cuatro lanzaba alto Simeone.El equipo de Antic golpeaba una y otra vez la inactividad de Ferreira y llegaba con una claridad insultante. La superioridad, sin embargo, se disipaba ante Zubizarreta. Allí el meta vasco, que cumplía 901 partidos oficiales en Primera División, agigantó su figura.
A ello contribuyó sin duda el desacierto de algunos de los atacantes. Así, Penev devolvió tanto cariño de la hinchada valencianista, con un par de pifias determinantes. Una de ellas el penalti, en el que abdicó de su lanzamiento predilecto (raso y a la derecha del portero) y buscó el otro lado. Quizá por intentar sorprender a su ex compañero Zubizarreta. En cuanto a regalos también estuvo presto el ex atlético Ferreira.
El Valencia no necesitó probar tantas veces la progresión de Molina. Acudió en tres ocasiones y se llevó dos goles. Eso sí, ambos impregnados de belleza. Sobre todo el segundo, en el que Fernando, superado hasta entonces por el viento y la presión atlética, firmó un control orientado reservado a unos pocos.
Ni falta le había hecho al equipo de Luis dominar el centro del campo. Allí Kiko dictaba magisterio de fútbol entre líneas el viento se atrevía a y ni siquiera discutirle. Tampoco Engonga, que asistió patidifuso a un sombrero del andaluz.
El Atlético se dejó la exhibíción de juego en el vestuario y regreséó al partido con un sentido más práctico del mismo. Pantic, que se midió con Zubizarreta en cuatro lanzamientos de falta, aprovechó un atajo para batirle: un pase profundo de Caminero que elevó con suavidad el serbio ante la salida del meta vasco.
El Valencia asumió definitivamente su papel secundario en el juego y se refugió en alguna internada de Romero. Pantic, por su parte, decidió entregar el partido a quien había dispuesto del fútbol y ejecutó un libre directo extraordinario. A la quinta fue la vencida. Zubizarreta cedió a la maestría del serbio. La jugada que provocó la falta resultó paradigmática del encuentro. Un pase entre líneas del Atlético, la posición de Ferreira (que deshacía el fuera de juego) y la impotencia de Engonga en la patada por detrás. Tras su expulsión, el Atlético sólo tuvo que plasmar su superioridad.
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