Vitaminas
Una amiga argentina que pasó aquí el exilio y nos conoce y nos quiere, me llamó el lunes por la noche desde Buenos Aires para comentar la manifestación, que había seguido en directo gracias a TVE internacional: "¿Se dan cuenta ustedes de lo esperanzador que resulta que la gota que ha colmado el vaso y les ha lanzado a la calle es el asesinato de un hombre de pensarniento?". Y era, en efecto, una riada de razón -la Razón con mayúscula, la reflexión, hermanada con las razones de cada cual- lo que discurrió de Colón a Puerta del Sol, que es lo mismo que decir por las venas de España. Una marea de sangre templada, manos limpias y cabezas bien puestas, dando la cara, en defensa de esos valores, contra los jibarizadores del intelecto.Y ahora, después, este vacío de las calles sin multitud. Dijo el hombre del tiempo -que no es sólo un hombre, sino hombres y mujeres y, además, nosotros, anhelando el tiempo- que venía nieve, y hoy la nieve llegó, y vendrá más, dicen. Y yo pensé en el hermoso, durísimo panorama helado, el invierno de nuestro descontento, conservadopara siempre en las retinas, cantados todos en el momento en que alzamos las manos y dijimos que hasta aquí.
Este echarse la gente al ruedo para el grito mudo de la solidaridad y la esperanza es un refuerzo de vitaminas que nos alimentan frente al frío descarnado de la sinrazón. Ante la llamada de mi amiga, anoche, sentí que estábamos no sólo en el trayecto y en las palabras del hijo que cerraron el acto: estábamos también para los demás que nos quieren y están lejos, y esperan. de nosotros y en nosotros la esperanza.
Ojalá que la nieve congele nuestro gesto para siempre y ojalá que, sobre todo, detenga el dedo en el gatillo asesino.
Todos juntos, y así sea.
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