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El giro de las lumbares

Las lesiones de espalda atacan a los jugadores mayores de 30 años

Carlos Arribas

José María Olazábal cumplió 30 años hace un par de semanas. Debería empezar a cruzar los dedos. Hasta hace poco, la treintena era una edad temprana aún para el deporte que el vasco practica como profesión. Entonces, cuando el golf era una ocupación de fin de semana para gentlemen, un jugador aguantaba dándole a la bola años y años. En 1986, Jack Nicklaus ganó su último Masters de Augusta a los 46 años. Hace una semana anunció su progresiva retirada de los grandes. El golf de alto nivel ya no le ofrece un hueco. El giro de la cuarta y quinta vértebras lumbares -el que produce el latigazo del swing- está matando a los artistas puros. Los jóvenes llegan atléticos.Tampoco es que sea necesario remontarse a Nicklaus. Otra generación, la mágica de finales de los 50 -Ballesteros,Faldo, Woosnam, Langer-, anda achacosa. No sólo físicamente. A Ballesteros no le gusta que le recuerden sus dolores de espalda, pero ese problema, junto con un cierto cansancio psicológico le forzó a tomarse unos meses sabáticos el año pasado. Woosnam tuvo que recurrir a un curandero para sanar del mismo mal. El galés achacó sus dos victorias de comienzo de temporada a la superación de su malestar.

El caso de Olazábal es diferente. Sus dolores provienen de un dedo acortado y de una artritis reumatoide. Pero el ganador del Masters de 1994 es de una generación que se encontró con una nueva situación en los circuitos. El dinero ya entraba en masa. Nació entonces la gran competitividad de ahora y, con ella, un nivel mucho mayor de exigencia. El número de profesionales aumentó en progresión geométrica.

De enero a diciembre

Los calendarios se alargaron. Antes comenzaban en el mes de marzo y terminaban en septiembre. Entre medias, semanas de descanso. Ahora comienzan en enero y terminan en diciembre. La lista de ganancias es la única referencia del valor de un golfista. Un jugador medio llega a jugar más de 40 torneos al año para subir puestos. Uno bueno, entre 25 y 28.

La mejor forma si no de ganar torneos sí de colocarse en los puestos que dan dinero es salir más lejos que nadie. Los nuevos palos -los que ofrecen prestaciones mágicas- son cada vez más rígidos. Requieren más fuerza. El golfista debe estar muy bien preparado físicamente. Necesita crearse una faja muscular importante para cubrir las lumbares. Los jóvenes le dan a las pesas en invierno. Entre torneo y torneo practican la carrera y acuden al gimnasio a hacer estiramientos.

No se sabe si los jóvenes atletas son mejores o peores que los viejos artistas. El próximo Masters (11 a 14 de abril) dará lugar a una lucha interesante entre los dos estilos. Ballesteros y Olazábal, por lo menos, llegarán frescos. No tienen previsto iniciar su temporada hasta dentro de cuatro semanas, en el Open de Dubai. Sólo podrán jugar tres, torneos antes del Masters.

Mientras, los nuevos cachorros -Leonard, Els-, jugadores más jóvenes que alguno de los palos que usa Nicklaus, se hinchan a jugar. Pero dicen que son altos y fuertes.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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