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Ciudadanos: ¡al Internet!

Hace unos días, el ministro francés François Fillou anunció la decisión de su Gobierno de proponer a los ministros de Telecomunicaciones de la Unión Europea la adopción de un tratado internacional para controlar los mensajes difundidos por el Internet. Se trata de acabar en palabras del ministro, con la "extraterritorialidad de la información". La gota que colmó el vaso fue la difusión en Internet del libro del médico de Mitterrand, a pesar de su prohibición por los tribunales. El hecho es particularmente significativo viniendo de un Gobierno que introdujo, desde 1984, el primer sistema de videotexto electrónico a gran escala, el Minitel, regalando incluso una terminal a todos los abonados de la Telefónica francesa. ¿Cuál es la diferencia? Pues que Minitel es, efectivamente, un producto 1984, a la Orwell, a partir de servicios centralizados y mensajes unidireccionales. Su arquitectura es tan ordenada, jerárquica y tarificada como la de la guía telefónica a la que vino a sustituir. Internet es una red acéfala de conexiones horizontales "con difícil control desde ningún centro. De hecho fue inventado y diseñado exactamente para escapar a cualquier control. Su origen estuvo en un proyecto visionario de los investigadores del Pentágono, reforzados por algunos de los mejores informáticos universitarios norteamericanos, a finales de los años sesenta. Se trataba de crear un sistema de comunicaciones que, en caso de invasión por una potencia extranjera o de destrucción de los centros de comunicación del país, pudiera sobrevivir mediante rutas alternativas de comunicación que pudieran pasar de cualquier punto a otro de la red por los puntos de menor resistencia de los flujos como las aguas de primavera descienden por la montaña. Y lo consiguieron. Durante largo tiempo, Internet fue un instrumento de comunicación entre científicos. Pero cuando se difundió masivamente el ordenador personal aumentó la potencia de los ordenadores y la capacidad de las redes de telecomunicación, llegó también el software, que permitió una fácil comunicación de punto a punto, y el Internet, en los años noventa, alcanza a millones de usuarios en todo el mundo (¿20?, ¿30?), doblando (o triplicando, según a quién se escuche) su número cada año. Internet no es una red, sino una red de redes. Se compone de unas 50.000 redes de ordenadores que se conectan entre ellas, de moso que una llamada teléfonica local al hordenador huésped de la red por contacto entre estos ordenadores huéspedes con lo que el costo para el usuario es mínimo.El hecho de que sea una red de redes es esencial para su capacidad de comunicación y la capacidad de controlarla: si se desconecta una de las redes el desconectador queda desconectado del resto de las redes.De forma que la única manera de no ser invadido por internet es no estar en él. Y eso es un alto costo.Porque por Internet circulan hoy, gratuitamente toda clase de ínformaciones valiosas, junto con comunicaciones personales, ofertas comerciales y, también, bastante basura de todo tipo. Internet es real como la vida misma. Y, como la vida misma, tiene pornografía, racismo, fascismo, subversión y maledicencia. Pero también tiene ciencia, cultura, educación, información, llamamientos a la solidaridad, debates políticos, cotilleos personales, recetas de cocina y fantasías on line. Desde que, en 1992, unos estudiantes de Illinois inventaron un nuevo software (Mosaic), que permite transmitir imágenes y. sonido, así como organizar clubes de debate y páginas de forma ordenada, se ha desarrollado, dentro de Internet, un verdadero foro mundial, el World Wide Web (W W W) en el que cualquier persona o grupo (repito: cualquiera) puede organizar su página, sin costo, y difundirla como botella de ideas en el océano de las redes. En este momento, casi medio millón de grupos y personas tienen una página, regularmente actualizada, en el Y, y a ella tiene acceso, sin costo, quienquiera que tenga la dirección electrónica. A partir de dichas informaciones surge la posibilidad del debate, en tiempo diferido o en tiempo real. En el WWW circulan en este momento mensajes políticos de todo tipo.Los zapatistas mexicanos organizaron su red de información y solidaridad mundial en tomo al Intemet, y es por correo electrónico como el Subcomandante Marcos se relaciona frecuentemente con los medios de comunicación desde la selva Lacandona. Pero también, naturalmente, Internet ha sido un elemento esencial en la organización y la difusión del movimiento fundamentalista cristiano que constituye una de las fuerzas más importantes, y amenazadoras, de la nueva política norteamericana.

A través de Internet surge la posibilidad, por primera vez, de superar la dura tesitura que tienen los ciudadanos con voluntad de participación política de elegir entre las reuniones y mítines organizados por los partidos o los mensajes unidireccionales recibidos desde los medios de comunicación de masas. Es decir, entre la adhesión partidaria y el consumo solitario de información. Internet ofrece la posibilidad tecnológica de establecer el debate de ciudadano a ciudadano, de grupo a grupo (incluidos, naturalmente, los partidos políticos, asociaciones y sindicatos), sin límítes de tiempo o espacio, sin cortapisas de información censurada o de servicios de orden con celo excesivo. Internet rompe los esquemas de la comunicación política vertical, y por eso da pánico a Gobiernos y suscita la desconfianza de partidos, tanto más cuanto que muchos dirigentes aún creen que lo del Internet es un invento de las multinacionales para socavar la democracia basada en el Estado-nación. Por eso, en el espacio de los dos últimos meses, China ha cortado el acceso al Internet, el Gobierno de Baviera ha obligado a Compuserve a autocensurar las transmisiones, y el Congreso norteamericano ha establecido severas penas para la difusión de mensajes nocivos, utilizando el obvio (y revulsivo) tema de la pornografía infantil. Porque lo que amenaza las redes de comunicación espontánea que se desarrollan en Internet es la comunicación unidireccional en la que se basa una democracia representativa monopolizada por élites dirigentes profesionales. La atomización actual de los ciudadanos podría dar paso a nuevas redes de relación y al desarrollo de debates en los que se forme una opinión pública más allá de los canales tradicionales, fuertemente controlados por los poderes políticos o económicos.

Hoy por hoy, Internet es el medio de comunicación de una élite mundial y cosmopolita, fundamentalmente profesional y universitaria, con conocimiento no tanto de informática (no hay que saber nada para ser usuario), sino de qué buscar y cómo buscar en Internet. Pero si nuestras democracias se atrevieran a una campaña de alfabetización de los nuevos medios de comunicación electrónica, como hace un siglo el movimiento obrero y las élites liberales consiguieron la alfabetización de las masas como condición previa a la participación ciudadana, las condiciones de la política podrían cambiar, y las campañas electorales, entre partidos democráticos, serían el momento culminante de un debate general e individualizado de ideas, proyectos, intereses y voluntades que ocuparía en nuestras vidas el mismo lugar que hoy ocupa la televisión. Ciudadanos: ¡al Internet!, que tal es la nueva arma de una emancipación todavía por soñar.

Manuel Castells es miembro del Grupo de Expertos sobre la Sociedad de la Información nombrado por la Comisión de la Unión Europea.

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